Hace poco, un investigador japonés cuya universidad en Japón envió a Estados Unidos para trabajar por un tiempo en una institución de investigación en Washington, notó que sus zapatillas Asics tenían dos agujeros de 1,5 centímetros.
Era tiempo de comprarse unas nuevas, pero con el tipo de cambio por encima de los 150 yenes por dólar, unas zapatillas nuevas (del mismo tipo que las viejas) le costarían cerca de 10.000 yenes.
En Japón le costaron unos 5.000 yenes, la mitad, declara a Asahi Shimbun.
Finalmente, desistió de comprarlas en Estados Unidos. Lo hará en Japón, adonde retornará en el otoño.
¿Qué hizo para tapar los agujeros?
Cortó un pequeño trozo de tela de su calzoncillo y lo cosió en sus zapatillas con hilo blanco, que luego coloreó con un plumón negro.
¿Por qué negro? Porque se nota menos.
Su idea original era comprar un carrete de hilo negro. Fue a una tienda de descuento y encontró uno por el equivalente a 1.000 yenes. Pensó que era mucho dinero para algo a lo que no le daría otro uso y decidió usar hilo blanco que tenía en casa.
El académico recibe su salario en yenes. Con el yen cada vez más débil, su capacidad adquisitiva es cada vez menor.
Cuando llegó a Washington el verano pasado, los gastos mensuales de su hogar (vive con su esposa e hijos) ascendían a 620.000 yenes. Ahora, por la depreciación del yen, han subido a 680.000 yenes.
El investigador paga un total de 4.500 dólares al mes por el alquiler de la vivienda que ocupa y una guardería para sus hijos.
Preocupado por el tipo de cambio, hay noches en las cuales no puede dormir.
Muy lejos queda la época en la que un dólar equivalía a 80 yenes.
El japonés vivió en Estados Unidos en 2012 cuando el tipo de cambio era ese. Se sentía “rico”.
Con solo 10 dólares podía disfrutar de un buen desayuno. Ahora gasta 20 dólares por “una comida decente en un restaurante”. (International Press)