La ley en Japón permite a un policía detener e interrogar a cualquier persona en un espacio público si el agente, sobre la base de un comportamiento inusual del individuo, considera probable que este ha cometido o está a punto de cometer un delito.
Además de la ambigüedad de la ley, a menudo ser extranjero (o parecerlo) convierte automáticamente a una persona en sospechosa.
La revista Shukan Kinyobi ha publicado un reportaje, que reproduce Japan Today, sobre la “discriminación racial por parte de la policía que detiene e interroga a personas que parecen extranjeras”.
En enero pasado, tres residentes en Japón con ancestros extranjeros entablaron una demanda contra el gobierno nacional y gobiernos locales por discriminación y exigen, cada uno, una indemnización de 3,3 millones de yenes (21.500 dólares).
Uno de los demandantes, un hombre de 26 años que nació en Pakistán y vive en Japón desde los ocho, contó que en ocasiones la policía lo ha detenido dos veces en un mismo día, y que una vez lo detuvieron apenas salió de su casa.
En todos los casos, sin razón para ello. Solo por su apariencia de extranjero.
No es un problema de ciertos policías, sino un problema estructural, según la periodista Machi Kunizaki.
Su afirmación es validada por un expolicía, que se ampara en el anominato y es identificado como Sr. A, que declara: “Me advirtieron en particular de que personas de piel oscura podrían portar armas”.
A, que fue policía durante 20 años, asegura que hasta que se hizo policía no albergaba ninguna imagen negativa con respecto a los extranjeros.
Todo cambió cuando entró a la policía: “Tomé las palabras de mi superior (el que le advirtió de la gente de piel oscura) al pie de la letra y llegué a pensar que muchos extranjeros tienen propensión al crimen o la violencia”.
A relata que después de dejar la policía conoció a una persona con “raíces negras”, que había nacido y crecido en Japón, y que exteriorizó su resentimiento con la policía por detenerlo e interrogarlo.
De su testimonio se desprende que A ha reflexionado sobre su pasado
“Me imagino que es doloroso que los policías te traten como sospechoso de un delito por algo con lo que naciste, como el color de la piel o la ascendencia”, concluye. (International Press)