El periodista Isamu Gari nació en la ciudad de Kitakyushu, en 1978, de padre estadounidense y madre japonesa.
Sin embargo, le negaron la nacionalidad japonesa porque la ley en aquel entonces era discriminatoria: solo se reconocía la nacionalidad por vía paterna.
Es decir, para ser admitido como japonés el padre tenía que serlo. Que la madre lo fuera no alcanzaba.
En una columna publicada en Mainichi Shimbun, Gari recuerda que su mamá estaba desconcertada y se preguntaba por qué su hijo nacido en Japón y de madre japonesa no podía ser reconocido como japonés.
En 1985, gracias “al creciente impulso hacia la eliminación de la discriminación contra las mujeres”, se modificó la ley de nacionalidad.
Con ese cambio, Gari pudo obtener la nacionalidad japonesa. Tenía doble ciudadanía, pero después renunció a la estadounidense.
El periodista, que recuerda que durante su infancia le decían “gaijin” (“extranjero”) a sus espaldas, discurre en su artículo sobre cuánto ha cambiado Japón desde aquellos tiempos.
Ahora, destaca, es más común ver matrimonios internacionales e hijos de padres extranjeros.
La sociedad japonesa está evolucionando e imagina un futuro en el cual las parejas casadas puedan llevar apellidos separados (por ley, deben llevar el mismo apellido; en la inmensa mayoría de casos se elige el del hombre).
En fin, muchas cosas están cambiando pero aún subsisten rezagos de épocas que se creían superadas.
Gari recuerda que hace poco el dueño de un izakaya (restaurante de estilo japonés) que visitó le dijo: “Hablas bien japonés, aunque seas extranjero”.
Hacía mucho tiempo que no escuchaba algo así, dice el periodista. Para él, el comentario tiene “una connotación un poco discriminatoria”. Aún quedan cosas por dejar atrás. (International Press)