Dian Andrian, un indonesio de 29 años, estaba en su apartamento con otros cuatro aprendices extranjeros cuando se produjo el terremoto de magnitud 7,6 que sacudió a la prefectura de Ishikawa el 1 de enero.
En declaraciones a Jiji Press, Andrian recuerda que entró en pánico. Tanto así que aunque puede comunicarse en un japonés fluido, no podía entender lo que decía el programa de TV japonesa que estaba viendo y huyó con lo puesto.
Descalzó, el aprendiz corrió hacia una montaña cercana con otros residentes y pasó la noche alrededor de una fogata.
El indonesio, que trabaja en un barco pesquero en el puerto de Takojima en la ciudad de Suzu, aún está traumatizado por la experiencia. Jamás había vivido nada parecido.
El trauma es tan fuerte que ha decidido retornar a su país en abril.
Tras el terremoto, sus padres y su esposa en Indonesia le dijeron que regresara a casa porque las réplicas continuaban.
“Vine a Japón para mantener a mi familia. Si me pasa algo, no habrá nadie más para ayudarlos”, dice el indonesio, que trabaja en el barco pesquero desde abril de 2022.
No es el único. Algunos de los alrededor de 20 aprendices indonesios que laboran en el puerto también regresarán a su país.
Su decisión pone en graves aprietos a la industria pesquera local. “Nuestras operaciones de pesca son imposibles sin los aprendices (extranjeros)”, dice un directivo de alto rango de una cooperativa pesquera local.
Para mitigar las preocupaciones de los extranjeros, la cooperativa evalúa medidas como organizar un simulacro de desastre. (International Press)
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