El 21 de enero de 2022, Haruka Fujii, una mujer con discapacidad mental, entró a un hotel en Ikebukuro, Tokio, con un hombre de 82 años.
La joven ejercía la prostitución y el anciano era un cliente que había conocido en la calle.
En la habitación que ocuparon, el hombre le dio 10.000 yenes (66 dólares) por sus servicios y se metió a la ducha.
Mientras el octogenario se duchaba, Fujii sacó unos 30.000 yenes (198 dólares) de su billetera e intentó salir del cuarto.
No pudo porque el anciano salió de la ducha y se dio cuenta de que la mujer quería robarle.
Ambos discutieron y la joven lo apuñaló en el pecho y el muslo con un cúter que llevaba, y huyó del hotel.
Fue arrestada al día siguiente. El anciano murió.
Esta semana, el Tribunal de Distrito de Tokio la condenó a seis años de prisión, informa Asahi Shimbun.
La fiscalía había solicitado nueve años de prisión, pero el tribunal estableció la pena en tres años menos considerando la condición mental de Fujii, que la hacía “vulnerable a la explotación y propensa a delitos involuntarios”.
Durante el juicio, la defensa de la mujer de 26 años enarboló como atenuante su discapacidad intelectual y su trastorno por déficit de atención con hiperactividad grave, lo que la empuja a obrar de manera impulsiva.
El juicio permitió conocer la vida de Fujii.
Oriunda de Hiroshima, desde niña a menudo actuaba sin límites y hacía lo que quería, tomaba cosas de otros y tenía lagunas en la memoria, según los testimonios de su madre y de otras personas de su entorno.
A los seis años comenzó a visitar una clínica psiquiátrica y asistió a escuelas para menores con necesidades especiales.
Su declive se inició tras egresar de preparatoria. Tomaba grandes cantidades de medicamentos que le provocaban alucinaciones, delirios y hospitalizaciones.
Tuvo varios empleos (en tiendas de conveniencia, fábricas, etc.), pero no duraba mucho tiempo en ninguno.
A los 22 años dio a la luz a una niña. Incapaz de cuidarla, de temperamento violento, su madre se hizo cargo de la bebé.
Fujii terminó viviendo sola. En 2021, una conocida le presentó a un hombre que fue su ruina.
Enamorada, se fue vivir con él en Tokio. El hombre la introdujo en la prostitución y se convirtió en su proxeneta.
Fujii se comprometió a entregarle 20.000 yenes (132 dólares) diarios.
La mujer también robaba dinero de las billeteras de sus clientes. Si había un problema, aparecía el tipo (o su hermano) para “solucionarlo”.
El hombre tenía una relación con otra mujer, que buscaba clientes para Fujii a través de Internet.
El sujeto dijo que para él Fujii solo era una herramienta para ganar dinero y que se aprovechaba de que ella estaba enamorada. Además de explotarla, la agredía físicamente. (International Press)