Eriko Matsuda, una empleada pública de 44 años que vive en Kanazawa, la capital de la prefectura de Ishikawa, visitó la casa de sus padres en la ciudad de Suzu para pasar las vacaciones de Año Nuevo.
La mujer llevó a sus dos hijas, así como a su gato Kotaro.
El 1 de enero, Matsuda y su familia fueron a una isla, un popular destino turístico, cuando se produjo el terremoto de magnitud 7,6.
En la casa de sus progenitores se habían quedado su papá y Kotaro, revela Jiji Press.
La mujer regresó todo lo rápido que pudo a la casa, que sufrió grandes daños.
Por suerte, su papá sobrevivió al sismo sin heridas de gravedad. Sin embargo, su gato había desaparecido.
La mujer lo buscó durante cuatro días sin suerte y retornó a su casa en Kanazawa.
Pero no se dio por vencida. Confeccionó flyers con información sobre Kotaro e hizo que se distribuyeran en los refugios.
Pasó un mes sin ninguna novedad.
Sus dos hijas, de 10 y 6 años, estaban desconsoladas. “¿Ko-chan (Kotaro) está muerto?”, preguntaban entre lágrimas.
Para ellas, Kotaro, de 11 años, es como un “hermano” que las cuida.
El gato ha estado con ellas desde que nacieron. Era un animal abandonado cuando Matsuda lo adoptó, poco después de casarse.
El domingo pasado, más de un mes después del terremoto, la mujer regresó a casa de sus padres para instalar una cámara de seguridad.
De pronto, la mascota apareció donde había estado la puerta trasera de la vivienda.
“Kotaro, ¡estás vivo!”, dijo la mujer.
El gato no estaba herido, pero había adelgazado un kilo y no tenía apetito.
“Aguantaste bien», le dijo Matsuda a Kotaro, mientras lo acariciaba.
En un hospital de animales le diagnosticaron deshidratación extrema y anemia. Ahora está en proceso de recuperación.
“Pensé que nunca lo volvería a ver. No puedo creerlo”, dice la emocionada mujer. (International Press)