En abril, una mujer que vive en Osaka recibió una llamada telefónica de un estafador que se hizo pasar por un empleado municipal para decirle que el sistema de seguro médico había cambiado y que ella tenía derecho a un reembolso.
Para ello, la sexagenaria tenía que hacer una transferencia por un monto equivalente a alrededor de 700 dólares.
La mujer cayó en el ardid. Fue a un cajero automático cercano y transfirió el dinero a una cuenta que el falso funcionario le había proporcionado.
Cuando la mujer se dio cuenta de la estafa llamó a la policía.
En el recibo del depósito figuraba como titular de la cuenta una persona de apellido Nguyen, escrito en katakana.
La policía descubrió que la cuenta fue abierta en octubre de 2016 por un estudiante vietnamita que dejó Japón en enero de 2018.
Este caso expuesto por la NHK revela la existencia de un mercado negro de cuentas bancarias en Japón a nombre de extranjeros.
En lo que va de este año, se han robado el equivalente a 200 millones de dólares engañando a las víctimas (como la mujer de Osaka) para que realicen transferencias a cuentas obtenidas ilegalmente.
De las 1.600 cuentas sospechosas identificadas por la policía, 312, alrededor del 20 %, estaban a nombre de extranjeros de diversas nacionalidades.
¿Los más comunes? Nguyen y Tran, de origen vietnamita, y Jang, coreano.
Las cuentas fueron abiertas en instituciones financieras de todo Japón.
De acuerdo con la policía, las cuentas se compran en un mercado negro alimentado en parte por los aprietos financieros por los que atraviesan estudiantes y aprendices extranjeros que venden sus cuentas antes de regresar a sus países.
Por cada cuenta se pagan cientos de dólares.
En declaraciones a la NHK, la presidenta de una organización sin fines de lucro con sede en Tokio que brinda apoyo a estudiantes y aprendices de Vietnam, Jiho Yoshimizu, cuenta el caso de una joven vietnamita embarazada cuya visa había caducado y que necesitaba dinero para regresar a su país y dar a luz.
La mujer consiguió la plata para comprar un billete de avión vendiendo su cuenta bancaria en Tokio.
Muchos vietnamitas perdieron sus empleos debido a la pandemia.
“En una situación en la que están en la pobreza, no tienen dinero ni trabajo, venden sus cuentas”, dice Yoshimizu.
La gente no es consciente de que comprar y vender cuentas bancarias es ilegal, añade.
Hubo un aprendiz vietnamita que vendió su cuenta antes de dejar Japón y que fue arrestado cuando regresó.
¿Por qué? Porque su cuenta había sido utilizada para montar una estafa.
Por otro lado, un funcionario de la policía de Osaka advierte de que muchos estafadores se hacen pasar por empleados municipales.
Cuando utilice un cajero para realizar una transferencia, aconseja, la gente debe verificar el nombre del beneficiario en la pantalla y si nota algo sospechoso llamar de inmediato a la policía. (International Press)