Hace una década, Japón implementó un incentivo fiscal para las empresas con el objetivo de elevar el salario de los trabajadores. Sin embargo, la medida no ha surtido el efecto esperado, dijo un análisis del Nikkei. El principal obstáculo: casi el 60% de las pequeñas empresas, al no ser rentables, no califican para el beneficio.
El primer ministro Fumio Kishida tiene en mente reajustar y expandir esta estrategia en las próximas reformas fiscales de 2024. «Buscamos redistribuir los beneficios del crecimiento», manifestó Kishida en septiembre, aludiendo a un próximo paquete de estímulo.
Desde 2013, el programa ha permitido reducciones fiscales corporativas significativas. En cifras, estas reducciones oscilan entre 200.000 y 400.000 millones de yenes al año. Aunque 140.000 empresas se beneficiaron en 2021, los salarios y las inversiones no experimentaron un aumento proporcional.
De hecho, datos del Ministerio de Trabajo muestran que el crecimiento salarial anual se mantuvo por debajo del 1,5% hasta 2021. La única alza notable se dio tras la introducción del programa Abenomics, impulsado por el entonces primer ministro Shinzo Abe.
DOS RAZONES DEL FRACASO
Los Ministerios de Finanzas y de Economía reconocen que los resultados del incentivo son limitados. ¿Las razones? Principalmente dos: la estructura del beneficio fiscal, que al ser créditos, solo favorece a empresas ya rentables; y la temporalidad del programa, renovado cada dos años, que algunos consideran insuficiente.
En cifras claras, el 61,9% de las pequeñas empresas no pagaron impuestos en 2021 debido a su falta de rentabilidad. Por contra, en las empresas más grandes, esa cifra fue del 25,8%.
Frente a esto, se propone permitir que las empresas más pequeñas aplacen los beneficios fiscales hasta ser rentables. Pero hay escepticismo. Algunos creen que ciertas empresas eligen quedarse en rojo para evitar el pago de impuestos.
En cuanto a la duración del incentivo, hay debate. Mientras el Ministerio de Comercio propone una extensión a seis años, el Ministerio de Finanzas se muestra reacio.
POCO INVERSIÓN EN FORMACIÓN
Un factor a considerar es el enfoque emergente del «manejo del capital humano», que considera la formación del empleado como una inversión esencial.
A pesar de que el incentivo actual ofrece más beneficios cuando las empresas invierten en formación, Japón aún está rezagado en inversión en capital humano. Entre 2010 y 2014, el gasto en educación de empleados en Japón fue del 0,1% del PIB, comparado con el 2% en EEUU, 1,8% en Francia y algo más del 1% en Reino Unido y Alemania. (RI/NI/IP/)