El 12 de noviembre de 1947, Rodney Nicholson, un piloto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, sobrevolaba la ciudad de Kitakyushu como parte de un ejercicio de entrenamiento.
De pronto su avión comenzó a tener problemas. Nicholson tuvo tiempo para escapar y salvarse, pero estaba en una zona residencial y decidió permanecer sobre la aeronave para intentar alejarla del lugar.
El avión golpeó el techo de una escuela y se estrelló en un terreno desocupado de una residencia para empleados de la compañía Mitsubishi Kasei (hoy Mitsubishi Chemical).
El piloto consiguió lo que se propuso: que ningún civil muriera. Por desgracia, no sobrevivió al accidente. Tenía 27 años.
Un hombre fue testigo del hecho. Se llamaba Isamu Maeda. Conmovido por el heroísmo del piloto, decidió construir un monumento en el lugar del accidente.
Su recuerdo, 76 años después, permanece vivo, destaca Mainichi Shimbun.
La familia de Nicholson, con su hija Sandra DeWalt a la cabeza, estuvo en Japón esta semana para honrar la memoria del piloto.
Los descendientes del soldado visitaron el monumento, acompañados por el hijo de Maeda (el monumento original fue removido debido a un proyecto de remodelación, pero en 1989, el año en que Maeda murió (tenía 88 años), el gobierno de Kitakyushu y Mitsubishi financiaron su reconstrucción).
La familia dejó flores en el lugar y rezó.
Sandra DeWalt tenía un año y medio cuando su padre murió. De él dijo que era un hombre amable que pensaba en los demás antes que en sí mismo.
Por su parte, el hijo de Maeda, Tamotsu, comentó que hubo gente que se burló de su padre por estar de duelo por un “soldado enemigo”.
Maeda, sin embargo, los ignoró y actuó por convicción para destacar el sacrificio de un hombre que dio su vida para salvar a otros.
Tras el accidente, gracias a la perseverancia de Maeda, ambas familias han estado en contacto, mandándose cartas por Navidad u otras fechas. (International Press)