Más revelaciones continúan saliendo a la luz sobre el escándalo que envuelve a la compañía japonesa Bigmotor, en cuyos talleres se dañaban los coches involucrados en accidentes para inflar los costos de reparación y trasladárselos a las compañías aseguradoras.
En declaraciones a Yomiuri Shimbun, un empleado de una planta de Bigmotor en la región de Kanto cuenta que “el gerente a menudo pateaba los vehículos de los clientes y los golpeaba con una llave inglesa”.
El mánager les decía a sus trabajadores que tenían que hacer lo mismo. “Me gritaban si no hacía lo que me decían”, afirma.
No eran actos aislados, sino parte de una cultura corporativa.
El hombre recuerda que hace varios años visitó el taller un alto ejecutivo de la oficina central de la compañía. Tomó un mazo de caucho y golpeó el vehículo de un cliente mientras el gerente de la planta observaba.
De esta manera, dice el trabajador entrevistado por Yomiuri, le enseñaba al gerente cómo agrandar el daño en un coche para subir los gastos de reparación.
Estas prácticas se realizaban en 34 talleres de Bigmotor, en prefecturas como Hokkaido y Kagoshima.
Los trabajadores metían una pelota de golf dentro de una media y con ella golpeaban los automóviles. También usaban papel de lija para dañarlos. Y así.
Un hombre que trabajó en Bigmotor en una planta en la región de Kyushu en la década pasada recuerda, por ejemplo, que un parachoques al que solo se le había dado una nueva capa de pintura negra se hizo pasar como si fuera nuevo para cobrar más.
Dos veces le dijo al gerente que tenían que dejar de hacer esas cosas, pero no le hicieron caso.
Los gerentes trabajaban bajo una fuerte presión de la gerencia general, que les exigía que por vehículo reparado debían sacar 140.000 yenes (1.000 dólares).
El que no cumplía durante dos o tres meses consecutivos era reemplazado o degradado. (International Press)