Golpeaban los vehículos con una pelota de golf metida en una media, los rayaban con un destornillador o rompían los faros.
Estas eran algunas de las cosas que hacían los trabajadores del distribuidor de coches usados Bigmotor cuando se encargaban de las reparaciones de accidentes.
¿Con qué fin? Inflar las facturas de los arreglos de coches involucrados en accidentes y obtener más dinero de las compañías de seguros, revela Asahi Shimbun.
Un grupo de expertos realizó una investigación que incluyó una encuesta a 382 empleados.
Casi el 30 % de ellos admitió haber cometido los ilegales actos.
De ese grupo, alrededor del 60 % dijo que seguía órdenes de sus superiores.
Era una práctica sistemática extendida a todo el país.
Bigmotor exigía a sus talleres de reparación que obtuvieran alrededor de 140.000 yenes (1.000 dólares) en ganancias por cada vehículo.
Si una tienda no cumplía con ese objetivo, el mánager recibía una reprimenda. Algunos gerentes fueron apartados de su cargo.
El martes, Bigmotor reconoció 1.275 “actos inapropiados” de 8.427 casos desde noviembre.
El costo total de los 1.275 trabajos de reparación ascendieron a 49,95 millones de yenes (357.500 dólares).
Bigmotor dijo que reembolsará a las compañías de seguros. Además, su presidente renunciará al salario de un año.
La compañía tiene más de 250 concesionarios y alrededor de 6.000 empleados en Japón. (International Press)