La Agencia Internacional de Energía Atómica ha concluido que el plan de Japón para descargar agua tratada de la central nuclear de Fukushima en el mar cumple con los estándares internacionales.
Asimismo, ha dicho que el impacto en la salud de las personas y el medio ambiente será insignificante.
Sin embargo, los pescadores de Fukushima siguen preocupados.
A ellos les preocupa más que la publicidad negativa y los falsos rumores sobre el agua afecten la venta de sus productos marinos, pues no ponen en tela de juicio las conclusiones del organismo internacional (incluso pueden estar de acuerdo con ellas).
Lo que inquieta a los pescadores es que el informe de la agencia no sea suficiente para mitigar el temor del público.
“¿Se sentirán seguros los consumidores solo porque una agencia internacional dice: ‘Es seguro’? Este tema no es tan simple”, dice Akira Egawa, líder de la cooperativa pesquera Iwaki en declaraciones a Asahi Shimbun.
Pese a que el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, enfatizó el martes que no daría luz verde a un plan que implicara un perjuicio a la gente de Japón y el mundo, su gobierno enfrenta el desafío de persuadir a los pescadores locales de que la liberación de agua tratada de la central no perjudicará sus medios de subsistencia.
Desde que el gobierno de Japón aprobó en abril de 2021 el plan, ha establecido fondos para ayudar a los pescadores: en diciembre de ese año uno de 30.000 millones de yenes (207 millones de dólares) para comprar productos del mar de forma temporal, y en 2022 otro de 50.000 millones de yenes (345 millones de dólares) para el desarrollo de nuevos caladeros.
Si bien la Cooperativa Pesquera de Japón mantiene su oposición al plan, ya no es tan tajante como antes y, además, ha valorado de manera positiva los fondos instituidos por el gobierno.
El gobierno tiene previsto comenzar la descarga durante el verano, pero Asahi advierte de que el inicio podría retrasarse debido a que la temporada de vacaciones veraniegas en 2023 será la primera en cuatro años sin medidas de prevención del COVID-19, y preocupa el impacto que la liberación de agua podría tener en los bañistas en la costa de Fukushima. (International Press)