Fue arrestado por las autoridades de su país, Sudán, en 2016. Estuvo encerrado alrededor de dos meses y tuvo que vender un terreno para pagar la fianza.
Cree que haber trabajado en Sudán del Sur, que se independizó en 2011, hizo de él un sospechoso.
Con la ayuda de un amigo que trabajaba en un aeropuerto, viajó a Japón en 2017.
A su llegada, solicitó inmediatamente el estatus de refugiado, pero las autoridades japonesas rechazaron su solicitud en 2021.
El sudanés volvió a solicitar asilo y su caso está pendiente de resolución.
Mientras tanto, pende una orden de deportación sobre él y no puede trabajar. Vive en la casa de un allegado en Osaka.
El hombre huyó de una dictadura y una persecución política, y la situación se ha agravado desde el conflicto armado por el poder que estalló en Sudán en abril.
A ese país podría verse obligado a volver el sudanés si Japón lo deporta.
“Sudán es tan peligroso, ¿las autoridades japonesas están diciendo de verdad que tengo que regresar allí?”, pregunta en declaraciones a Asahi Shimbun.
Ocho familiares o amigos suyos han muerto o resultado heridos como consecuencia de los combates en su país, dice.
En Sudán están su esposa y sus dos hijos pequeños. Viven en una zona relativamente segura, pero que ha sido blanco de ataques aéreos.
El sudanés dice que cuando habla por teléfono con su esposa, esta siempre le dice que tiene miedo.
Por eso, quiere regularizar su situación migratoria en Japón y traer a su esposa e hijos a vivir con él.
El hombre es uno de los once sudaneses que apoya RAFIQ, una organización con sede en Osaka.
Sus solicitudes de asilo, presentadas antes del estallido de la guerra en Sudán, han sido rechazadas.
Todos enfrentan la amenaza de la deportación, pero han vuelto a solicitar refugio o apelado ante los tribunales la decisión adversa del gobierno japonés.
RAFIQ y un grupo de abogados solicitarán al ministro de Justicia, Ken Saito, que el gobierno otorgue un permiso especial a los 11 sudaneses para que puedan quedarse en el país.
Los abogados sostienen que es inhumano dejarlos en un estado donde pueden ser deportados en cualquier momento.
Entre 2019 y 2020, Japón solo ha concedido refugio a un sudanés. (International Press)
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