El Banco Mundial acaba de presentar en Lima su Reporte General 2023 sobre evaluación de pobreza y equidad en el Perú. Se trata de una investigación con datos estadísticos actuales, con cuadros comparativos de antes y después de la pandemia y una serie de recomendaciones para que sean asumidas por el gobierno peruano. Toda la información es útil y no es mi intención comentar todo el reporte.
Sin embargo, me llama la atención, una vez más, el lenguaje, las palabras y términos que se usan en el reporte que, en mi opinión, aunque parece una cosa superficial, hacen mucho daño a la comprensión de la pobreza y a las propuestas serias de solución. Veamos algunos ejemplos.
Comenzamos con los pobres. Ahora se les llama “vulnerables”!! “Vulnerables” y “vulnerabilidad” recorren todo el reporte. Y acompañan unos cuadros con cifras tan altas que, realmente, si no quieren hablar de pobres, por lo menos deberían decir “vulnerados”! para no engañarnos.
Seguimos con la desigualdad en la sociedad peruana: hay que decir “disparidades entre sectores y etnias”!! Por favor, aunque signifique lo mismo todos entendemos que no quieren molestar a quienes no les gusta que se hable de desigualdad en el Perú.
A los coordinadores, técnicos, consultores y responsables de los programas sociales, ahora se les llama “drivers” para no decir controladores, que para la mayoría suele ser una palabra que no gusta mucho a los “controlados” en dichos programas.
El documento tiene tres capítulos con nombres bien curiosos. El primero se titula “Pobreza y desigualdad después de la crisis”. Me pregunto ¿después? ¿Ha terminado la crisis en el Perú? ¿Cuántas crisis seguimos viviendo después de la pandemia? No salimos de las crisis, así, en plural desde ya muchos años. Pareciera que no se quiere reconocer públicamente lo que viene ocurriendo en Perú, a pesar de que los cuadros estadísticos que nos presentan sobre el aumento de la pobreza son tan negativos que no se puede disimular, que hay causas más profundas que la pandemia del COVID!
El capítulo 2 se titula “Qué explica la fragilidad del Perú en cuanto a mejoras sociales?”. Una vez más no se entiende bien por qué un análisis científico borra en todo el reporte la palabra FRACASO. No, amigos, no se trata de “fragilidad” sino de fracasos de todos los programas sociales envueltos, también por la corrupción en la compra de productos, en la distribución de los mismos y de dinero en efectivo, en la falsa evaluación y en los cambios de responsables en cuanto aparece alguna irresponsabilidad.
este vocabulario esotérico se extiende a los ministerios, a los técnicos y funcionarios, a los evaluadores y terminan influyendo negativamente, en mi opinión, en la propia elaboración de los programas sociales…
Y el capítulo 3, sigue con la palabra anterior y añade un objetivo “De qué manera puede el Perú reducir la fragilidad de las mejoras sociales?” ¿Por qué no hablar de cambiar el conjunto de las políticas sociales si el reporte concluye que son tan frágiles? ¿Por qué no decir que estas políticas y estos programas llamados de lucha contra la pobreza han fracasado? El mismo Banco Mundial desde sus autoridades en Washington reconocen este fracaso al señalar que los pobres en el planeta en lugar de disminuir, son ya la mitad de la humanidad.
Repito que las investigaciones, los cuadros son útiles, pero desde hace tiempo vengo señalando el daño que hacen las instituciones internacionales como el Banco Mundial, el BID, organismos de Naciones Unidas y similares que al utilizar este tipo de palabras, cuando se refieren a los pobres y a la pobreza, cambian el mensaje, y este vocabulario esotérico se extiende a los ministerios, a los técnicos y funcionarios, a los evaluadores y terminan influyendo negativamente, en mi opinión, en la propia elaboración de los programas sociales, reforzando falsas ilusiones o soluciones inmediatistas sin ir a las causas profundas de la terrible pobreza en el mundo.
Un ejemplo fue, hace unos años, cuando se comenzó a hablar de “inclusión social” y aparecieron los ministerios con ese nombre por todos los países de América Latina, aumentando la burocracia, la hipocresía (¿quién incluye a quién?) y no solucionando nada. Otro ejemplo de estos últimos años, la orden de “cerrar brechas”, que más parece una orden de “cerrar el telón” para que se vuelva a abrir con otra obra de teatro, con otros programas asistencialistas que, para terminar ya esta reflexión sobre el lenguaje sobre el tema de la pobreza, tienen nombres andinos, amazónicos, ancestrales, que parecen simbólicos pero que, en la práctica, son una burla a los millones de vulnerados en el Perú y en el mundo.
Precisamente, hace muy pocos días en el III Encuentro Latinoamericano de Territorios Posibles, con participación de la Red Internacional de Economía Humana, realizado en La Plata, Argentina, también se trató este tema animando, también, a mejorar nuestro mensaje cambiando nuestro vocabulario.
Lima, abril 2023
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