“Nuestros sonidos” es una experiencia exclusivamente auditiva. 55 minutos de pantalla negra y voces de extranjeros hablando en japonés y sus idiomas nativos.
El autor del atípico documental es el director japonés Hiroshi Habu, quien en declaraciones a Kyodo explica que quiere mostrarle al público cómo ver de una manera nueva.
Que los japoneses se pongan en la piel de los extranjeros y vean a través de sus ojos, añade.
No hay guion. Los protagonistas de la obra son diez extranjeros que estudian japonés en el pueblo de Takahashi, prefectura de Okayama, mientras colaboran en la creación de una canción (letra y melodía) sobre sus experiencias de vida en Japón.
El filme registra a los estudiantes, alumnos de Habu (que también es músico), hablando entre sí sin seguir pautas establecidas.
“Es una película en la que si no escuchas con atención, no tiene sentido”, dice Habu. “Si miras las cosas solo con tus ojos, probablemente no las estés viendo”, agrega.
El director espera que al ponerse en los zapatos de los extranjeros, los japoneses superen los prejuicios que albergan con respecto a los foráneos que residen en el país.
La mayoría de los extranjeros que participan en el filme son vietnamitas.
La película comienza con una clase de japonés en línea en la cual Habu y unos estudiantes vietnamitas tienen dificultades para entenderse.
Si bien el documental muestra cuán difícil puede ser la vida para un extranjero en Japón (por el aislamiento, entre otras causas), también revela la alegría de descubrir la conexión con otras personas.
Uno de los vietnamitas de la película, Nguyen Thi Xuyen dice a Kyodo que si bien al principio fue confuso sumergirse en la cultura y el idioma de Japón, “cuanto más entiendo el japonés, más me gusta”.
Otro de los participantes, la profesora estadounidense de inglés Seana Magee, desea que los habitantes de comunidades rurales como Takahashi entiendan que los extranjeros también contribuyen a sus comunidades, que se den cuenta de lo que supone ponerse en sus zapatos.
En línea con lo expresado por Seana, el director del filme espera que su país sea más acogedor con los extranjeros, y critica que muchos usen términos como “diversidad” e “inclusión” sin darle contenido, como cascarones vacíos.
A Habu le avergüenza que ninguno de sus estudiantes haya sido invitado a una casa japonesa en Takahashi, un pueblo con alrededor de 30.000 personas.
El artista espera que su docimental sea como una “semilla” que favorezca la comunicación entre japoneses y extranjeros.
Habu espera exhibir su película en todo el país, así como en el extranjero. (International Press)
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