“Mi esposo está demasiado ansioso por el coronavirus y eso me preocupa muchísimo”.
Así empieza su carta a Yomiuri Shimbun una mujer cuarentañera que reside en la prefectura de Okayama y que pide ayuda.
Gente excesivamente preocupada por el virus hay en todas partes del mundo, pero el esposo de la mujer es un caso extremo.
El hombre ha prohibido a sus hijos ir a la escuela y obligado a su esposa a dejar su trabajo. Todos están recluidos en casa.
“Parece que todavía se impone un estado de emergencia, pero solo en nuestro hogar”, escribe la mujer de Okayama, que ha intentado sin éxito hacer entrar en razón a su pareja.
El hombre usa mascarillas con varias capas, limpia toda la casa y es muy nervioso.
Para justificarse, el hombre dice que la vida de la familia es muy importante. Ella entiende su preocupación, pero su esposo está yendo demasiado lejos.
“Sobre todo, lo siento mucho por nuestros hijos, que se ven obligados a seguir los caprichos de su padre. No pueden asistir a la escuela y tienen que comer todas las comidas solos”, dice.
“¿Qué puedo hacer para que mi esposo entienda que lo que está haciendo es demasiado?”, pregunta.
El profesor universitario Masahiro Yamada coincide en que el hombre se ha extralimitado.
Hacer que su esposa deje el trabajo y prohibir que sus hijos vayan a la escuela puede considerarse una forma de violencia doméstica, advierte.
¿Qué le recomienda Yamada? Pedir ayuda fuera de la casa lo antes posible. Quizá a las autoridades del municipio donde reside o a los padres de ella si aún viven.
Ahora bien, si aún así el hombre no cede, la mujer debe considerar separarse de su esposo y alejar a sus hijos de él.
La prioridad, dice Yamada, son los hijos. (International Press)
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