El caso de Tetsuya Yamagami, el asesino del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, es complicado y los procedimientos previos al juicio entre los fiscales, la defensa legal de Yamagami y el tribunal, podrían dilatarse.
Debido a ello, es posible que el juicio no comience este año, sino el próximo, según expertos legales consultados por Kyodo.
Los especialistas opinan que la defensa de Yamagami intentará presentarlo como víctima de una organización religiosa que arruinó económicamente a su familia.
Los fiscales probablemente buscarán la pena de muerte, alegando que el atentado amenazó el proceso democrático en Japón (Abe fue asesinado mientras daba un discurso en una campaña electoral) y que Yamagami podría haber herido al público que escuchaba al primer ministro, de acuerdo con los expertos.
La estrategia de los defensores del asesino parece clara. “Yamagami también es una víctima”, dijo una persona cercana al equipo de defensa.
La biografía del criminal favorece este relato. Su padre se suicidó cuando tenía 4 años y su hermano sufrió un cáncer cuando era niño que lo dejó ciego.
La madre, abrumada por las desgracias, se refugió en la Iglesia de la Unificación, a la que donó más de cien millones de yenes (767 mil dólares), sumiendo a la familia en la quiebra.
Yamagami intentó suicidarse en 2005 y su hermano se quitó la vida en 2015.
Un grupo ha recogido alrededor de 13 mil firmas en la plataforma Change.org para exigir una sentencia indulgente para Yamagami, que además ha recibido más de un millón de yenes (7.670 dólares) en efectivo, cartas y regalos de la gente.
Con el tribunal, sin embargo, las cosas serán diferentes.
En declaraciones a Kyodo, un exfiscal considera poco probable que el tribunal sea indulgente con Yamagami.
Al disparar a Abe en un evento público, el asesino puso en peligro a otras personas, algo que sin duda tendrá en cuenta el tribunal.
Para el exfiscal, el ataque califica como un “acto de terror”.
El asesino odia a la Iglesia de la Unificación por causar la quiebra de su familia y atacó a Abe porque era nieto del ex primer ministro Nobusuke Kishi, quien ayudó a que la organización surcoreana se estableciera en Japón. (International Press)
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