La verdad que ya cansan… y uno entiende la indiferencia de la mayoría de ciudadanos por la política y los políticos de todos los colores. Esta semana ha sido realmente peor: la corrida de oficios entre Palacio de Gobierno y el Congreso de la República: Sr. Presidente del Congreso, Sr. Presidente de la República, Sr. Presidente del Congreso, Sr. Presidente de la República… y así prefiriendo los modismos virreinales que pasaron de moda hace ya cientos de años.
Y todo ello, acompañado de abogados que repiten lo mismo una y otra vez, ya sea defendiendo a unos o defendiendo a otros, pero con un cinismo criollo, una sonrisita mal disimulada, una muy poca vergüenza ante la ciudadanía y con el beneplácito de los medios de comunicación, de todos, que, esta semana en sus entrevistas y noticias, el 90 %, sin exagerar las han dedicado a los abogados, grandes expertos en explicar, con leyes y reglamento en la mano, lo inexplicable.
Las leguleyadas y el método burocrático nos sigue invadiendo y llega también a contagiar a la población que, en su mayoría, se sigue conformando con una firma de promesa, con un acuerdo en el papel que se va marchitando con el tiempo sin que se llegue a cumplir lo firmado, lo escrito.
No creo que la OEA llegue a evaluar todos estos aspectos diarios y permanentes en la realidad política actual. Esperemos que los dignos representantes de países amigos que nos visiten no se contagien y sepan separar el trigo de la hierba y que se atrevan a hacer unas recomendaciones realmente útiles para caminar hacia soluciones.
Tenemos que cambiar. La política es una acción personal y colectiva; es organización con identidad propia; es tener y ofrecer alternativas diferentes con respeto hacia las que otros presenten; es negociar, sí negociar sin miedo al término, entre grupos diferentes llegando a acuerdos mínimos y, a veces, máximos, por el bien de la sociedad y del país.
La política es educar a los ciudadanos con ideas y con el ejemplo, precisamente para construir más democracia, fortalecer todas las instituciones del Estado y de la sociedad porque sin instituciones fuertes y sólidas, adecuadas al momento que se vive en el país y en el mundo, no solo se desatenderán los problemas de los ciudadanos en el presente concreto, sino que también nos desviará de los objetivos mayores en el mediano y largo plazo.
¿Qué es lo que verán los delegados de la OEA? ¿Qué es lo que van a decir los representantes de las instituciones del Estado o de los empresarios o de los trabajadores o de la sociedad civil o de las Iglesias y de los medios de comunicación? ¿De qué manera cada uno dirá su verdad? ¿Cuántos podrán hablar con sinceridad sobre la necesidad de lograr objetivos mínimos comunes a todos los peruanos, como paso para solucionar la crisis que estamos viviendo desde hace décadas?
Terminemos con el juego del pin pon entre unos y otros, y que los señores abogados sigan litigando, pero que, por favor, no dirijan la política nacional.
Noviembre 2022.