Cuando los medios japoneses revelaron la identidad del asesino del ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, el 8 de julio en la ciudad de Nara, un hombre de 42 años quedó en shock.
El hombre reconoció a su amigo y antiguo compañero de clase en una escuela preparatoria pública en Nara, Tetsuya Yamagami, de 41 años.
Tras el crimen, el hombre acudió al lugar donde había sido asesinado Abe y dejó flores.
El japonés, amparado en el anonimato, comparte con Mainichi Shimbun sus recuerdos de Yamagami.
El asesino, dice, pertenecía a su grupo de amigos más cercanos en la preparatoria.
Era parte del equipo de animadores de la escuela, y su entusiasmo como tal en las actividades deportivas era tan grande que se le conocía como “Dancho”, o líder de equipo.
El excompañero de Yamagami lo recuerda como un estudiante puntual. “Odiaba llegar tarde o romper las reglas, y era muy diligente”, dice.
“¿Qué te pasó, Dancho?”, se pregunta el hombre, intentando comprender cómo el chico puntual que odiaba romper las reglas se convirtió en un asesino.
El hombre no sabía que la madre de Yamagami era miembro de la Iglesia de la Unificación. Menos sabía que su familia estaba en la ruina por las millonarias donaciones que la mamá realizó a la organización religiosa.
Antes de asesinar a Abe, Yamagami publicó un tuit según el cual su familia se desmoronó cuando tenía 14 años.
Su excompañero jamás sospechó que Yamagami estaba atravesando por una situación difícil. “Dancho siempre estaba sonriendo en la escuela y yo no podía darme cuenta de sus problemas”.
Tras salir de la preparatoria, el hombre perdió contacto con Yamagami, cuyos problemas económicos marcaron también su vida posescolar.
Su excompañero lamenta no haber mantenido la comunicación con el asesino de Abe: “Si hubiera seguido en contacto con él después de la graduación, podría haberlo ayudado de alguna manera”, dice. Y añade: “Mis remordimientos no desaparecerán”. (International Press)