Cuando tres jóvenes vietnamitas que trabajaban como aprendices en una fábrica de productos marinos en la prefectura de Miyagi fueron forzadas a renunciar al trabajo en febrero de este año tras una discusión con su jefe, acudieron a la Organización para la Formación de Aprendices Técnicos (OTIT, por sus siglas en inglés).
Las mujeres también se unieron al sindicato Sendai Keyaki.
En vez de ayudarlas, la mencionada organización, encargada de supervisar el programa de aprendices extranjeros en Japón, les pidió que abandonaran el sindicato. Hasta que no renunciaran a él, la OTIT no discutiría el tema de su despido.
El sindicato exigió a la organización supervisora una explicación y tachó su postura como una posible violación de los derechos básicos de las vietnamitas.
La OTIT ha reconocido que su petición fue “inapropiada” y “ extremadamente lamentable”, revela Mainichi Shimbun.
Pese a que la organización ha reconocido su error y sugerido que podría ayudar a las mujeres a encontrar nuevos trabajos, hasta el lunes no se había contactado con ellas.
El sindicato hizo notar que si bien la OTIT admite que no actuó bien no ha ofrecido disculpas a las aprendices.
Sin trabajo, las mujeres viven en un refugio en Sendai y dependen de un banco de alimentos.
“No hemos podido trabajar durante dos meses. Todo esto es muy doloroso para mí y mi familia”, declaró a Mainichi una de las mujeres, cuyo deseo es hallar un nuevo trabajo. (International Press)