Akira Ribeiro, un nikkei brasileño de 32 años, se cansó de esperar que el gobierno de Japón abriera las fronteras del país a extranjeros como él. El residente en Sao Paulo renunció a su sueño de estudiar y trabajar en Japón con su esposa Jessica, de nacionalidad estadounidense.
El plan de Akira y Jessica era estudiar japonés en la escuela de idiomas Mirai no Mori en la ciudad de Sendai y luego quedarse en Japón. Él enseñaría idioma inglés y ella se matricularía en una escuela de posgrado para obtener una maestría en lingüística, revela Mainichi Shimbun.
Su nueva vida en Japón comenzaría en abril de 2021. Renunciaron a sus trabajos, vendieron su auto y dejaron su departamento en Sao Paulo. En marzo recibieron sus certificados de elegibilidad. Todo parecía listo. Sin embargo, las autoridades japonesas nunca aprobaron sus solicitudes de visado.
En noviembre pasado, cuando las restricciones establecidas por el gobierno japonés para contener el virus se relajaron, Akira y Jessica se emocionaron, creyendo que por fin podrían estudiar en Japón.
No obstante, a fines de ese mes Japón endureció los controles fronterizos ante la aparición de la variante ómicron.
Cuando el mes pasado, el gobierno japonés decidió extender las restricciones, que incluyen la prohibición de la entrada al país de extranjeros no residentes, la pareja dijo basta. No podían seguir esperando y renunciaron a Japón.
Akira y Jessica, que se alojaban en la casa de los padres de él y enseñaban inglés en línea mientras esperaban que Japón les permitiera el ingreso, comenzaron a buscar trabajo en Sao Paulo.
Ya no son tan jóvenes y no podían seguir en la incertidumbre.
En declaraciones a Mainichi, Akira dice que los japoneses pueden ir a otros países cuando lo deseen y que no es justo que Japón no permita la entrada a los extranjeros.
El brasileño, nieto de japoneses que creció en un entorno afín a la cultura japonesa, le escribió una carta al primer ministro japonés, Fumio Kishida, a quien hizo notar que los estudiantes extranjeros sienten una profunda admiración por Japón y desean conocerlo, pero advirtió de que si las cosas no cambian, la admiración que despierta el país desaparecerá, lo cual afectará la imagen de Japón en el extranjero.
El director de la escuela de Sendai en la que se matricularon Akira y Jessica, Toru Yuki, es muy crítico con el gobierno japonés: “No se da cuenta de que solo Japón se está comportando de manera anormal. El gobierno parece pensar que las políticas fronterizas estrictas lo harán popular entre la gente, pero desde la perspectiva de las personas en el extranjero es simplemente egoísta. Esto causará pérdidas inconmensurables”.
Alrededor de 180 extranjeros esperan poder ingresar a Japón para estudiar en la escuela de Sendai. 8 han renunciado a estudiar en Japón o elegido otros países. (International Press)
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