Tokio está bajo de estado de emergencia contra el coronavirus por cuarta vez. Entre tantas idas y vueltas de las autoridades japonesas, las medidas restrictivas parecen tener cada vez menos efecto entre la población.
«La gente está acostumbrada al estado de emergencia, por eso ahora es menos importante», dice Naoto Suga, un hombre de 25 años, a The Associated Press.
Suga bebe alcohol sentado en la acera de una calle de Shinjuku mientras declara a la agencia de noticias. Es de noche. Su caso no es excepcional: muchas personas ingieren alcohol en las calles ante las restricciones impuestas por las autoridades para impedir su consumo en bares y restaurantes.
El hombre trabaja en una tienda de ropa en Shinjuku y revela que lleva tres días bebiendo en las noches en la calle con otras personas.
Si no pueden beber en los bares y restaurantes, la gente toma las calles para hacerlo.
Mio Maruyama, una mujer de 28 años que trabaja en bienes raíces, dice que nadie está convencido de que las personas que consumen alcohol son responsables de la propagación del virus.
La joven, que departe con colegas en una calle de Tokio, asegura que el gobierno no ha mostrado “evidencia científica decente” que respalde su postura.
Además, critica lo que considera una incongruencia del gobierno, en alusión a una recepción de 40 personas, entre ellas el primer ministro de Japón y la gobernadora de Tokio, a los miembros del Comité Olímpico Internacional, que tuvo lugar el domingo, mientras las autoridades disuaden a la población de participar en reuniones con gran cantidad de personas.
Hay gente que bebe cerca de tiendas de conveniencia, que tienen permiso para continuar operando las 24 horas del día.
El gobierno de Japón ha pedido a bares y restaurantes que cierren a las 8 p. m. Muchos hacen caso, pero otros desafían a las autoridades. (International Press)
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