En la ciudad de Arao, prefectura de Kumamoto, se celebró la ceremonia de mayoría de edad con una persona ausente: Chika Fukasaka, una estudiante de tercer año de koko (preparatoria) que se suicidó hace tres años, cuando tenía 17. Era víctima de ijime (acoso).
Sus padres quisieron que su hija, que en 2021 cumpliría 20 años, estuviera presente de manera simbólica y mandaron un retrato de Chika, vestida con un kimono, para que ocupara un asiento en la ceremonia.
La madre envió tarjetas a los excompañeros de estudios de su hija para agradecerles por su ayuda para que estuviera presente en el evento, revela el portal SoraNews24.
Una de las condiscípulas de Chika expresó su pesar por no haberse dado cuenta de cuán mal se sentía ella cuando se suicidó, pero se alegraba de que pudiera asistir a la ceremonia y decirle “felicitaciones”.
El hecho ha sido recibido de manera negativa en Japón por algunos usuarios en las redes sociales que cuestionan la participación de Chika en una ceremonia rodeada de personas que supuestamente eran sus amigas, pero que le hacían bullying o que no la ayudaron para impedir su muerte.
“Si la acosaron tanto que quería suicidarse, todos sus compañeros de clase son sus enemigos. La idea de estar rodeada de enemigos en una ceremonia de mayoría de edad me da ganas de vomitar”, escribe una persona.
Otra: “No me gusta la sensación de que ella fue exhibida a la fuerza incluso muerta. Es como sacarla de su tumba y obligarla a ver a todos sus agresores a su alrededor sonreír y ser felices».
Ahora bien, más allá de lo que opinen en las redes sociales, la participación de Chika en la ceremonia fue un deseo de sus padres. Además, si bien es probable que entre los asistentes hayan estado sus agresores, quizá también hubo compañeros que quisieron ayudarla. (International Press)
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