El arresto de Tran Xuan Cong, un vietnamita de 29 años, por sacrificar un cerdo en un lugar no autorizado en la ciudad de Kamisato, prefectura de Saitama, esconde una realidad de desempleo y pobreza, revela Mainichi Shimbun.
Tran no tiene empleo. «Quiero trabajar, pero por el coronavirus nadie me contratará», declaró a la policía.
El sacrificio tuvo lugar en el baño del apato, situado en una zona residencial, que el joven vietnamita comparte con compatriotas.
Tran llegó a Japón como aprendiz técnico en julio de 2018. Para hacerlo, contrajo una deuda de aproximadamente 700 mil yenes (6.600 dólares). El vietnamita trabajaba en la industria alimentaria, ganando alrededor de 140.000 yenes (1.300 dólares) al mes. El dinero no le alcanzaba y huyó en busca de mejores empleos. En julio de 2019 expiró su permiso de estadía en Japón.
El vietnamita ha llevado una vida errante en Japón, entre las prefecturas de Chiba, Ibaraki y Saitama, trabajando en rubros como el de la construcción. Hasta que se quedó sin empleo.
Cuando la policía registró su vivienda, encontró entre cuatro y cinco vietnamitas. También había arroz, al parecer donado por una organización de apoyo.
Testigos afirman haber visto que se metían peras en el apato. La policía investiga los posibles nexos con recientes robos de ganado y productos agrícolas.
En declaraciones a Mainichi, Thich Tam Tri, una religiosa vietnamita que auxilia a sus compatriotas, aprendices técnicos como Tran, dice que estos sacrifican su bienestar trabajando duro para sobrevivir. El coronavirus ha agravado su situación. (International Press)
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