En 1952, cuando Japón recuperó su condición de país independiente tras ser ocupado por los Aliados siete años atrás, el entonces emperador Hirohito quiso expresar su arrepentimiento y remordimiento por la Segunda Guerra Mundial.
No lo hizo porque el entonces primer ministro de Japón, Shigeru Yoshida, se opuso, revela Kyodo.
La NHK obtuvo 18 cuadernos de Michiji Tajima, jefe de la oficina de la Casa Imperial de Japón entre 1949 y 1953.
Los papeles registran los intercambios entre el emperador y Tajima.
En un documento del 11 de enero de 1952, Hirohito escribió: «Creo que realmente necesito incluir la palabra ‘remordimiento” en un discurso que tenía previsto ofrecer durante una ceremonia en mayo de ese año por la recuperación de la independencia de Japón.
El 20 de febrero del mismo año, el emperador escribió: «Si reflexionamos, todos hemos hecho cosas malas, así que por favor escriba bien e incluya en el próximo discurso el significado de que todos debemos reflexionar y no repetir (las cosas malas)».
Tajima consultó el tema con el primer ministro y este rechazó la intención del emperador de expresar públicamente su arrepentimiento y remordimiento. ¿Por qué? Según él, porque podría hacer creer a la gente que Hirohito era responsable de comenzar la guerra.
Además. no quería que el emperador mencionara la guerra o la derrota de Japón.
Tajima trasladó al emperador la posición del primer ministro y su discurso no incluyó las palabras arrepentimiento o remordimiento.
Hirohito vivía agobiado por su responsabilidad en la guerra. En un borrador de discurso escrito en 1948 (hallado en 2003 por una investigadora), el emperador dijo que sentía una «vergüenza profunda» debido a «mi culpa», lo que indica que al parecer tenía previsto admitir su responsabilidad por la guerra y disculparse ante sus compatriotas.
El emperador, según diarios de sus ayudantes (entre otros documentos), no estaba contento con el rumbo tomado por Japón hacia la guerra, pero no se sentía con la fuerza suficiente para alterar el curso de los acontecimientos y el avance de las fuerzas militares niponas.
Hirohito vivió sus últimos años con la angustia de ser culpado por su papel en la guerra, y por ello no deseaba vivir mucho más tiempo. Murió el 7 de enero de 1989.
De acuerdo con la Constitución de Meiji de antes de la guerra, el emperador tenía el control supremo de las fuerzas militares. Hoy, bajo la Constitución pacifista de la posguerra, el emperador es símbolo del Estado y carece de poder político. (International Press)
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