Encierro y asesinato, la difícil situación de una familia japonesa con hijos con discapacidad

Sede de la policía de Osaka (foto Wikipedia)

El mes pasado, la policía de Osaka arrestó a un hombre de 45 años y su esposa de 41 por mantener encerrado a su hijo de 22 en una habitación del tercer piso de su casa.


El hijo tiene una severa discapacidad intelectual.

La pareja fue liberada el 4 de julio después de admitir las acusaciones en su contra.

«Hice algo irreparable», reconoce el hombre en una entrevista concedida a Mainichi Shimbun. Sin embargo, dice que cuidar a su hijo era una pesada carga para la familia. «Estábamos al límite de nuestro aguante», afirma.


El hijo estaba trabajando en un taller para personas discapacitadas en Osaka, pero comenzó a desaparecer por la noche y a robar en tiendas. Cada vez que desaparecía, su padre tenía que buscarlo porque el joven no sabía su dirección ni el número de teléfono de su casa.

En agosto de 2018, el hijo recibió una pena de prisión suspendida por robo.

El caso del encierro salió a la luz por un asesinato. La pareja tiene una hija de 23 años, con discapacidad intelectual moderada, que había sido arrestada por pisotear a su hermano de 3 años y causarle la muerte. Mientras la policía investigaba el crimen, descubrió el encierro del hijo.


La hija arrestada por asesinato permanece detenida mientras espera una evaluación psiquiátrica. La chica declaró a la policía que sus padres le encargaron que cuidara a su hermano menor y que estaba cansada y harta de hacerlo.

La pareja tenía seis hijos en total: los dos jóvenes y cuatro niños de 2 a 5 años. La madre tiene una moderada discapacidad intelectual.


Los padres decidieron encerrar a su hijo de 22 años porque no tenían tiempo para ocuparse de él, priorizando el cuidado de los niños. La habitación donde fue confinado estaba cerrada con llave por fuera y no tenía luz. Sus padres le dejaron un cubo para que hiciera sus necesidades.

«Lo siento por lo que le hice a mi hijo, pero no pudimos hacer nada más», dice el padre. El hombre admite su culpa, pero señala que las cosas habrían podido evitarse si hubieran tenido ayuda de las autoridades.

Antes de que su hijo fuera condenado por robo, los padres buscaron ayuda en el municipio para internarlo en un centro para discapacitados. No recibieron gran apoyo: apenas una lista de sitios que podrían acoger a su hijo y la indicación de un funcionario que les dijo que telefonearan por su cuenta.

Llamaron a los centros, pero no quisieron recibir a su hijo porque no tenían vacantes o solo aceptan a menores de 18 años. (International Press)


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