El 28 de febrero, Kuniko Kato, una mujer de 80 años, fue encontrada muerta en su vivienda en el barrio de Koto, Tokio.
La anciana, que vivía sola, tenía las piernas y muñecas atadas y la boca cubierta con cinta adhesiva. La puerta de su vivienda estaba abierta, y las habitaciones habían sido saqueadas.
Una cámara de seguridad registró a tres hombres huyendo de su casa. Una personas los vio huir en un coche.
La octogenaria le comentó a una persona allegada que había recibido una llamada telefónica sospechosa para preguntarle cuánto dinero guardaba en casa.
El caso de Kato no es aislado.
La NHK informó de que en los últimos meses se han producido en Tokio una serie de robos a ancianos que antes de ser víctimas de delincuentes recibieron llamadas telefónica para hacerles la misma pregunta: cuánto dinero en efectivo tenían en casa.
En Shibuya, en enero y febrero, se realizaron dos robos con un método similar. Las víctimas recibieron las llamadas y también fueron atadas de piernas y muñecas. Por suerte, sobrevivieron al asalto. ¿Los delincuentes? Tres hombres. La policía cree que el mismo grupo cometió los mencionados crímenes. (International Press)
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