El tándem formado por Jean-Dominique Senard y Thierry Bolloré ha sido elegido este jueves por el Consejo de Administración de Renault (PA:RENA) para sustituir a Carlos Ghosn al frente de la empresa con la prioridad de restablecer las relaciones con sus socios de Nissan, muy deterioradas en los últimos meses.
Tras algo más de tres horas de reunión del consejo en la sede de Renault, en las afueras de París, Senard (de 65 años) salió a anunciar que -como se daba por descontado- pasaba a ser el nuevo presidente no ejecutivo.
Deja anticipadamente las riendas del fabricante de neumáticos Michelin (PA:MICP), que presidía desde 2012 y que ya tenía previsto abandonar el próximo mes de mayo, cuando quedará en manos de su delfín, Florent Menegaux.
Iba acompañado de Bolloré (de 55 años), que se convierte en el responsable ejecutivo del grupo del rombo, unas funciones que ya ejercía provisionalmente desde que fuera detenido el pasado 19 de noviembre en Tokio Ghosn, quien pese a todo conservaba aún formalmente la presidencia.
A primera hora de la mañana, el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, se encargó de anunciar desde el Foro de Davos que Ghosn había dimitido antes de ser destituido, como le ocurrió con Nissan.
El Estado francés es el principal accionista de Renault, con el 15,01 % de las acciones y el 22 % de los derechos de voto.
La caída del que durante casi quince años ha sido simultáneamente el «número uno» de ambas compañías y el padre de su alianza, a la que luego se ha incorporado Mitsubishi, ha dejado a la vista de todos las costuras de esa relación.
Sobre todo porque Nissan -que ahora vende más coches y es más rentable- acepta mal que Renault sea su principal accionista (controla un 43 % de su capital, y bajo la batuta del Gobierno francés), mientras que los japoneses únicamente tienen un 15 % en el accionariado del fabricante francés, y además sin derechos de voto.
Por eso es relevante que la primera declaración pública de Senard como presidente de Renault haya sido para destacar que su misión «esencial» era establecer un diálogo con Nissan para «recuperar una forma de serenidad después de los acontecimientos extraordinarios» de los últimos tiempos.
Dijo que hará «todo lo posible para que las relaciones entre unos y otros sean lo más armoniosas posibles», porque dada la situación del sector en el contexto de la globalización, «nadie» puede pensar que los grupos «puedan actuar de forma separada».
«Quiero que quede claro que me voy a emplear en eso», subrayó tras recordar los resultados de una alianza que lleva 20 años dando muestras de que «es esencial».
La primera reacción llegó desde Tokio en forma de mensaje de la dirección de Nissan, que consideró «un paso adelante significativo» el nombramiento de Senard.
Para el fabricante japonés, se abre «un nuevo capítulo» en las relaciones entre los dos constructores, y espera que haya «una mejor comunicación» entre ellos.
Senard prometió que en las próximas semanas, además de entrevistarse con los representantes de los 180.000 empleados, hará propuestas para una nueva estructura de gobernanza en Renault, que vendrá a concretar la separación de sus funciones de las de la dirección general operativa que recae en Bolloré.
En esa misión cuenta con el capital de su experiencia durante cuatro décadas como directivo en grandes empresas industriales francesas con fama de tener una sensibilidad social y un comportamiento ético sin manchas.
Se trata de pasar página de la era de Ghosn, al que se le reconoce su capacidad para restablecer la situación delicada por la que pasaron tanto Nissan como Renault, pero que generaba entre temor y animadversión por su carácter cortante y autoritario.
Pero su principal reto será utilizar sus dotes de diplomático (su padre fue embajador) en tanto que enlace de los franceses en la alianza para examinar las posibles evoluciones que permitan eliminar las suspicacias de los japoneses. EFE
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