El 1 de abril, entrará en vigor un nuevo sistema cuyo objetivo es ampliar el número de trabajadores extranjeros en Japón en medio de una aguda escasez de mano de obra.
Los miles de extranjeros que arribarán al país no serán solo trabajadores, sino también ciudadanos, vecinos, consumidores, contribuyentes, etc.
La revista Flash publicó un extenso artículo sobre el tema y recogió opiniones de diversas personas. Una de ellas fue el comediante estadounidense Patrick Harlan, que lleva 25 años residiendo en Japón.
Una de las dos categorías de visado establece un tope de cinco años de permanencia en Japón. Una vez expirado el plazo, los extranjeros no pueden renovar su visado y deben abandonar Japón.
Harlan no está de acuerdo con el límite impuesto. El estadounidense se imagina un escenario en el que los extranjeros trabajan duramente, adquieren competencias y aprenden el idioma japonés. De esa manera, contribuyen a la sociedad. Sin embargo, acaban su periodo de cinco años y deben irse. Todo lo ganado se pierde.
Con un periodo de estadía más largo, o incluso con la residencia permanente, los extranjeros, en vez de mandar dinero a sus países, podrían establecerse en Japón, comprar un coche y una casa, todo lo cual contribuiría al desarrollo del país.
Flash, cuyo artículo recoge Japan Today, se internó en el barrio “Little Saigon” (ciudad de Yamato, prefectura de Kanagawa), donde residen 178 vietnamitas. Muchos trabajan en fábricas cercanas que producen vehículos y autopartes. En el barrio operan cuatro tiendas que venden alimentos vietnamitas.
El presidente de la asociación de residentes del área donde se encuentra “Little Saigon”, Akio Komatsu, recuerda que en los primeros años había muchos conflictos entre vecinos de diferentes nacionalidades.
Para tender puentes entre todos, los japoneses buscaron integrar a los recién llegados, animándolos a participar en diversos eventos, con apoyo de escuelas, ONG y agencias gubernamentales. Fruto de esos esfuerzos nació el Danchi Matsuri, un popular festival de comida, música y bailes internacionales.
Komatsu extrajo valiosas lecciones de la experiencia. La comunicación, saber lo que otro piensa, decir las cosas, es fundamental. Cuando ocurre un problema, hay que hablar, buscar conexiones, no quedarse de brazos cruzados o hacer de tripas corazón, dice.
La idea japonesa de que “los extranjeros deben entender” cómo son las cosas (porque están en Japón y no en sus países), trasladándoles toda la responsabilidad, no funciona, dice. Los japoneses también deben tratar de entender, “esforzarse por comprender las costumbres y la cultura de los extranjeros y desarrollar la tolerancia». (International Press)
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