Los municipios en Japón que albergan un gran número de residentes extranjeros esperan mayor apoyo del gobierno japonés para integrarlos a la sociedad después de que se aprobó en la Dieta el proyecto de ley para ampliar la fuerza laboral extranjera.
Mainichi Shimbun ha recogido las inquietudes de diversos gobiernos locales.
La ciudad de Oizumi, en la prefectura de Gunma, tiene uno de los índices más altos de residentes extranjeros en Japón.
Yukihiro Hirata, director general de una compañía que emplea a personal foráneo, entre ellos peruanos, dice que ante la escasez de mano de obra “los trabajadores extranjeros son apreciados”.
Hirata lamenta que la nueva ley no establezca medidas específicas para apoyar a los trabajadores extranjeros, como la educación en japonés.
Las autoridades de Oizumi proveen información sobre prevención de desastres, atención médica, impuestos y otros asuntos a los residentes extranjeros a través de boletines, para lo cual han contratado a traductores. Sin embargo, las limitaciones financieras estrechan sus posibilidades de acción, motivo por el cual solicitan la ayuda del gobierno central.
«Me preocupa si los municipios de Japón podrán lidiar con los asuntos relacionados con la aceptación de nuevos extranjeros», dice el alcalde de la ciudad, Toshiaki Murayama.
En la ciudad de Izumo, en la prefectura de Shimane, el número de residentes extranjeros se ha duplicado en solo cuatro años debido a la masiva llegada de nikei brasileños para trabajar en fábricas de componentes electrónicos, entre otras cosas.
Las autoridades locales esperan recibir apoyo del gobierno de Japón. «Nuestro objetivo es lograr una ciudad diversa donde los extranjeros puedan mezclarse con la comunidad», dice un funcionario municipal.
La fuerza laboral extranjera es clave para la revitalización de Izumo, que sufre el declive y el envejecimiento de su población. La ciudad quiere aumentar la proporción de extranjeros que permanecen al menos cinco años a más del 30 % para fines del año fiscal 2020.
En el barrio de Ota, Tokio, la compañía Tokiwa Seiki, que produce accesorios de tuberías, cuenta con seis aprendices de Myanmar desde noviembre. Ellos tendrán que dejar Japón cuando finalice su periodo de capacitación. Sin embargo, la ley dice que si han completado al menos tres años de pasantía pueden solicitar la categoría uno del nuevo estatus de residencia y quedarse en el país cinco años más.
El gerente de asuntos generales de la empresa espera que se queden. «Es una pena que tengan que regresar cuando ya estén acostumbrados a su trabajo. Será de gran beneficio si podemos seguir empleándolos».
En la ciudad de Minokamo, en la prefectura de Gifu, el 8,6 % de la población es extranjera (hay entre ellos brasileños y filipinos), debido a la buena marcha de la industria manufacturera.
El gobierno local trabajo duro para apoyar a las familias extranjeras ofreciendo cursos relacionados con sus vidas cotidianas. Sin embargo, a las autoridades les preocupa que sus costos financieros aumenten si, por ejemplo, se incrementa el número de trabajadores extranjeros y, por ende, deben ampliar sus servicios.
En el barrio de Ikuno, en la prefectura de Osaka, piden apoyo de las autoridades nacionales para la enseñanza del idioma japonés. Song Oh, jefe de una organización que contribuye al aprendizaje de los niños, dice que «no debería haber desigualdad educativa según la nacionalidad y el nacimiento».
En declaraciones a Mainichi afirma que a menos que se ofrezca el apoyo adecuado, no puede imaginar un futuro en el que los extranjeros que vengan a Japón sean felices y beneficien a la sociedad japonesa.
En el barrio de Hakata, en la prefectura de Fukuoka, ha habido un aumento reciente en el número de estudiantes de intercambio de Vietnam y Nepal. Hay quejas sobre la forma en que los extranjeros tiran la basura sin separarla adecuadamente, y el ruido que hacen cerca de la estación de Hakata, donde se encuentran muchas escuelas de idioma japonés.
Un grupo de aprendices fue arrestado en Fukuoka por robo. Sin embargo, Hiroyuki Iwase, jefe del consejo vecinal de Hakata, tiene otro enfoque de las cosas. «(Los extranjeros) no se portan mal si se les da un salario adecuado. Quiero que las empresas les den salarios apropiados. Queremos seguir interactuando con ellos», dice. (International Press)
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