Denny Tamaki, el electo gobernador de Okinawa, es hijo de un soldado estadounidense al que no conoce y una japonesa. Hasta los diez años, fue criado por unos padres adoptivos, revela Asahi Shimbun.
Después, la madre, ella sola, se hizo cargo de él.
De niño, sufría ijime por su apariencia física, que lo hacía distinto de los demás. Su madre adoptiva intentaba consolarlo diciéndole que no todos los dedos de la mano tienen la misma longitud, resaltando la diversidad.
Cuando Denny, cuyo verdadero nombre es Yasuhiro, nació, Okinawa estaba ocupada por Estados Unidos.
Exdiscjockey, Tamaki será el octavo gobernador de Okinawa desde que Japón recuperó la soberanía de la prefectura.
Tamaki ha colocado el respeto a la diversidad en el centro de su visión, subraya Asahi.
Tras integrar la Asamblea Municipal de Okinawa, Tamaki se sumó a la Cámara Baja. Estaba en su cuarto periodo como legislador, cuando unas declaraciones del exgobernador de Okinawa, Takeshi Onaga, registradas poco días antes de morir de cáncer en agosto, cambiaron su vida. Onaga lo mencionó como su posible sucesor.
Su gran desafío como gobernador será defender su postura contra la construcción de una nueva base estadounidense en la Bahía de Henoko, en reemplazo de la instalación militar de Futenma, que actualmente funciona en la ciudad de Ginowan, lo que implicará enfrentarse a los gobiernos de Japón y EEUU.
«No creo que Estados Unidos ignore mis opiniones ya que tengo sangre americana en mí», dice Tamaki.
Con respecto a su vida personal, Asahi cuenta que pese a convertirse en político, Tamaki no ha cambiado sus hábitos cotidianos. Todavía ayuda en la casa, por ejemplo, sacando la basura. En su día libre, toca la guitarra en casa.
Tamaki es tenaz. «Una vez que toma una decisión se adhiere a ella hasta el final», destaca su esposa Chieko. (International Press)
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