Haruo Obata, el voluntario de 78 años que encontró a un niño de dos años que llevaba tres días desaparecido en la prefectura de Yamaguchi, lleva más de veinte años viajando por Japón para ayudar a las personas que lo necesitan.
Y lo hace con su dinero, sin pedirle nada a nadie. “Un verdadero voluntario es capaz de hacer todo por sí mismo”, declara a Asahi Shimbun.
Obata usa su jubilación para cubrir los gastos (viajes, alimentación, etc.) que acarrea su trabajo como voluntario, que puede consistir en buscar a una persona desaparecida como en auxiliar a los supervivientes de desastres naturales.
El hombre ayudó a las víctimas del tsunami del 2011 en la prefectura de Miyagi. Trabajó unos 500 días como voluntario en la ciudad de Minami-Sanriku. Las autoridades locales le pidieron que liderara un equipo cuya tarea era encontrar y recoger objetos que las víctimas consideraban valiosos. Dormía en su coche.
También ayudó tras los terremotos de 2016 en Kumamoto. Hace poco, el mes pasado, trabajó en la limpieza de las casas afectadas por las inundaciones y derrumbes causados por las torrenciales lluvias en Hiroshima.
El voluntario tenía una pescadería que cerró cuando cumplió 65 años para dedicarse por completo a ayudar a los demás. «Yo quería pagar mi deuda con la sociedad», dice.
Obata espera que cada vez haya más gente que decida actuar en vez de pensar que otra persona debe encargarse.
Cuando se enteró de la desaparición del niño de dos años, viajó desde la prefectura de Oita, donde vive, hasta Yamaguchi en su coche para unirse a la búsqueda. En su vehículo llevó todo lo necesario para su estadía: comida, agua y una bolsa de dormir.
Mientras la salud lo acompañe, dice que estará ahí donde sea necesario, en cualquier parte de Japón, para buscar a una persona desaparecida. (International Press)
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