Papua Nueva Guinea Seafood es una compañía que tiene una planta de procesamiento de mariscos en Osaka con una inusual política laboral: sus empleados pueden ir a trabajar cuando lo deseen y hacer el trabajo que prefieran.
Los trabajadores son libres de ir y venir cuando les plazca (como si la fábrica fuera su casa), revela el sitio SoraNews24. Si quieren, pueden tomarse el día libre. Ni siquiera necesitan avisar. Lo único que tienen que hacer es informar a la gerencia cuánto tiempo han trabajado antes de irse a casa.
Por otro lado, los trabajadores no están obligados a hacer tareas que no deseen. La lógica detrás de esto es que la gente tiende a trabajar con más lentitud cuando hace cosas que no disfruta. Si los empleados hacen lo que prefieren hacer, entonces la productividad aumenta.
Ahora bien, si la gente tiene libertad para ir y venir cuando lo desee y ni siquiera necesita avisar, ¿qué pasa si un día, por coincidencia, nadie decide ir a trabajar? ¿Cómo produce una fábrica sin empleados? Papua Nueva Guinea lleva cinco años aplicando esta política y dice que esto solo ha pasado dos veces.
Un asunto clave aquí es la confianza. La empresa, al darles libertad, buen trato y horarios flexibles a sus trabajadores, confía en que estos le retribuirán con su mejor esfuerzo.
Y sus empleados han sabido responder. Papua Nueva Guinea asegura que la productividad ha subido y que los costos laborales se han reducido en un 30 %.
Además, como apunta SoraNews24: si trabajas en una empresa que te brinda tantas ventajas y en el que te sientes bien, entonces quieres que a esa empresa le vaya bien. Si quiebra, te quedas sin trabajo.
Gran parte de la fuerza laboral de Papua Nueva Guinea son madres. A ellas, por supuesto, les cae perfecto el sistema, pues al disponer a voluntad de su tiempo se les facilita el cuidado de sus hijos. (International Press)
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