Encontrar un modelo turístico sostenible, atraer el interés de los jóvenes y hallar nuevos usos para las aguas termales son algunos de los retos que un grupo de expertos internacionales debate desde hoy en el I Congreso Internacional de Onsen – aguas termales japonesas -.
Este evento, el primero de la historia, se celebra este fin de semana en la ciudad de Beppu (Oita, sur de Japón), un pequeño municipio conocido popularmente como «la capital del Onsen», ya que cuenta con el mayor volumen de aguas termales del mundo, sólo por detrás de Yellowstone (estado de Wyoming, Estados Unidos).
«Creo que el termalismo no se ha explotado lo suficiente y es un recurso muy relevante para muchos países», explicó la española Yolanda Perdomo, exdirectora de miembros afiliados de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y experta en el sector.
Medio millar de especialistas de 16 países fueron recibidos en esta pequeña ciudad con música y artes tradicionales niponas para compartir ejemplos de éxito en el terreno de las aguas termales en todo el mundo, en una cumbre que también incluye otras actividades como baños o tratamientos con arena.
Al igual que Beppu, las islas Canarias, la ciudad francesa de Vichy o la capital húngara de Budapest son algunos lugares que han aprovechado las posibilidades del termalismo para su desarrollo turístico.
Sin embargo, cada vez más países exploran otros usos alternativos para las aguas termales, que van más allá de los tratamientos de belleza o el mero bienestar físico.
Un ejemplo de esto es Islandia, un país con una gran actividad volcánica y geológica, que explora ahora cómo desarrollar nuevas formas de energía renovable a través de las aguas termales, según detalla la investigadora islandesa Asa Brynjolfsdottir, quien también participó en el encuentro.
La ciudad británica de Bath (sur), situada apenas a un centenar de kilómetros de Londres, también ha apostado por las aguas termales como una forma de hacer que los turistas abandonen la masificada capital y descubran otros atractivos del país.
«No hay que centrarse sólo en mejorar las infraestructuras, sino hacer una propuesta vinculada a lo intangible, que es lo que demanda la gente», concluyó Perdomo.
Ahora, Japón también se reinventa utilizando los onsen para cocinar o llevando a cabo otras actividades como clases de yoga en los centros, con el fin de atraer a un público joven y no perder esta arraigada tradición de la cultura nipona.
Japón, situado en pleno «anillo de fuego del Pacífico», tiene 83 volcanes activos y frecuentes erupciones y terremotos, así como miles de fuentes termales, la mayor concentración de las cuales se da en Hakone (unos 100 kilómetros al sur de Tokio), y en la prefectura de Oita.
El país cuenta con más de 3.000 complejos de aguas termales, una fuerte apuesta de su modelo turístico, con el que prevén atraer al país 40 millones de visitantes para 2020, según las estimaciones del Gobierno nipón. EFE
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