Kuniyoshi Takimoto se alistó en la Marina a los 17 años. Participó en el ataque a Pearl Harbor en 1941 y en la Batalla de Midway en 1942, donde resultó herido después de que el portaaviones en el que estaba fue atacado y se incendió. Mil japoneses murieron.
No acabó ahí la tragedia. En el barco que rescató a los supervivientes, cada día morían de cinco a diez personas por las quemaduras. Kunimoto aún recuerda el olor de la carne quemada.
Cuando regresó a su país, el soldado leyó en un periódico un informe del ejército imperial que restaba importancia al daño sufrido por Japón en la batalla. «Es una gran mentira. Están engañando a los japoneses», pensó.
Más adelante, Takimoto sirvió como soldado en la isla de Chuuk, en el Pacífico. Solo comía pasto. El hombre de 1,7 m de estatura llegó a pesar apenas 40 kilos.
«Mientras que los oficiales comían arroz, nosotros, los subordinados, comíamos las hojas y las raíces de los árboles. Quiero que sepan que a los ojos del Ejército Imperial Japonés, los soldados de menor rango ni siquiera eran considerados como humanos», dice Takimoto.
Estas palabras del exmarino, que hoy tiene 96 años, tienen como destinatarios a estudiantes de la Universidad Doshisha y público en general. Unas 130 personas lo escuchan.
Este es el segundo año consecutivo en que Takimoto ofrece una conferencia en la universidad situada en Kioto. El nonagenario dice que su salud no es muy buena y que probablemente no estará en la reunión del próximo año. Pero mientras pueda, seguirá hablando.
«Es mi deber como superviviente hablar sobre la guerra», enfatiza.
Para el exsoldado es importante que los jóvenes estén alertas y no se dejen embaucar.
«El gobierno, los burócratas y los políticos mienten. Quiero que piensen cuidadosamente para que no los engañen», dice.
“Los viejos empiezan las guerras, pero los que mueren son los jóvenes. El gobierno no protegerá a los jóvenes. Quiero que todos entiendan bien eso». (International Press)
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