En febrero, el esposo de una mujer que trabaja en una guardería en la prefectura de Aichi envió una carta a Mainichi Shimbun para contar cómo el jefe de su esposa se molestó con ella. ¿Por qué? Por quedarse embarazada cuando no debía.
La carta ha generado un amplio revuelo y debates sobre las duras condiciones laborales de las trabajadoras de guarderías en Japón.
Esta es la carta:
Ocho meses después de nuestro matrimonio, en enero de este año nos enteramos de que mi esposa estaba embarazada. Mi esposa, que cuida niños, parecía triste y nerviosa por la noticia. El director de la guardería donde trabaja ha determinado el orden en el cual las trabajadoras pueden casarse y quedarse embarazadas, y al parecer hay una regla tácita de que una no debe tomar el “turno” de alguien de mayor rango. Mi esposa y yo fuimos juntos a disculparnos. “Sentimos habernos quedado embarazados”, dijimos.
El director aceptó de mala gana nuestras disculpas, pero desde el día siguiente, ha estado reprendiendo a mi esposa con palabras duras, como: «¿Cómo de manera tan egoísta rompes las reglas?». Mi esposa se siente culpable al pensar en las duras condiciones de trabajo de sus colegas. Soy plenamente consciente de que tenemos la culpa por no haber planificado bien.
¿Pero quiénes se benefician de tener su “turno” de tener hijos y seguir estas reglas? Los cuidadores de niños sacrifican a sus propios hijos para cuidar a los hijos de otros. Es una profesión noble que cría niños que forjarán el futuro de este país. Respeto a mi esposa por su compromiso con su profesión y continuaré alentándola. Las condiciones de quienes trabajan para criar y cuidar a los niños son la evidencia de un país atrasado.
Decíamos que la carta había tenido un fuerte impacto. Mainichi ha recogido algunas opiniones. Alguien en internet escribió: «No hay futuro para una sociedad que no puede ser feliz por una nueva vida». La empresaria Kazuyo Katsuma dijo que el caso es una clara violación de los derechos humanos.
No todos están en contra del controvertido sistema, sin embargo. La escritora Kurumi Tachibana dijo entender la política de la guardería: «Si alguien en un lugar de trabajo donde prevalecen las mujeres queda embarazada durante su ‘horario no programado’, sus colegas son las más afectadas ya que tienen que compensar la carga de trabajo de esa persona”.
El sistema no es infrecuente entre las guarderías en Japón. Y también existe en otro tipo de empresas donde la mayoría de trabajadores son mujeres. Una mujer casada de 26 años de Tokio que trabaja en una compañía de cosméticos cuenta que el año pasado su supervisora le dijo que le permitirían tener un hijo recién cuando tuviera 35 años.
La periodista Toko Shirakawa, experta en temas de natalidad, revela que «aun cuando las reglas de embarazo no se aplican estrictamente, las mujeres tienden a no quedar embarazadas al mismo tiempo que sus colegas mujeres que toman licencias de maternidad o para cuidar a sus hijos, porque no quieren causar problemas a sus otras colegas».
Las empresas japonesas, cuando elaboran sus planes de gestión, no toman en cuenta la posibilidad de que sus empleadas den a luz y críen a sus hijos, advierte la periodista.
Una trabajadora de guardería gana una media de 229 mil yenes mensuales (2.153 dólares), 104 mil yenes (987 dólares) menos que el promedio mensual de todas las profesiones, según estadísticas del Ministerio de Salud de 2017. Sus jornadas laborales son largas, no tienen libertad para tomarse días libres y a veces son obligadas a trabajar los fines de semana. (International Press)
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