Después del accidente nuclear del 2011, los trabajadores de la industria pesquera de Fukushima han tenido una tarea sin precedentes y desalentadora para convencer a los consumidores de que los peces locales son seguros para comer.
La pesca se reanudó a «modo de prueba» y las capturas han aumentado gradualmente. Siete años después, los controles de radiación ahora son parte de su rutina antes de que los productos marinos puedan enviarse a los mercados.
Japón tiene una cultura de la cocina en la que se valora no solo la seguridad, sino la frescura de sus productos. En este sentido, los pescadores de Fukushima, han comprendido que la tarea de lograr la confianza del consumidor será larga y requerirá constancia y más controles de los niveles de radiación.
El terremoto y tsunami del 11 de marzo provocaron la crisis en la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi, lo que obligó a los pescadores locales a detener la captura y venta de pescado en la prefectura nororiental donde se lograba capturar bonito, atún, saurio y lenguados, entre otras especies.
Después de los controles de radiación, el número de especies de peces que pueden capturarse a modo de prueba ha aumentado a lo largo de los años y todas las especies pueden pescarse, excepto 10.
Los funcionarios locales esperan que la práctica aumente la moral de los pescadores y ayude a Fukushima a reconstruir su reputación pesquera y ampliar sus canales de venta.
El plan actual es enviar hasta 1 tonelada de lenguados, una delicia local que solía alcanzar precios altos en Tokio y más allá, a Tailandia. (International Press)
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