Padres demandan a empresa japonesa por suicidio de su hijo sometido a entrenamiento “militar”

Los casos de suicidio por exceso de trabajo son una conocida (y penosa) realidad en Japón. Lo que no es tan conocido es que la dureza de un entrenamiento en una empresa japonesa puede llevar al suicidio.


No hablamos de entrenamientos para ser soldado o policía, sino un empleado.

Asashi Shimbun revela que en 2013 un joven de 22 años se suicidó debido a que no pudo soportar el entrenamiento de tipo militar al que fue sometido por parte de la empresa que lo contrató, Zeria Pharmaceutical.

El hombre, abrumado por la violencia psicológica que ejercía su instructor y las largas horas de entrenamiento, desarrolló un desorden mental.


«¿En qué diablos estás pensando?», «¿hasta cuándo serás tan arrogante?», «saca tu cabeza de las nubes», son algunas de las cosas que le soltaba el instructor.

El joven se unió a la empresa el 1 de abril de 2013 y se quitó la vida el 19 de mayo de ese año.

El entrenamiento no fue realizado directamente por la farmacéutica, sino por otra firma, Business Grand Works, que es contratada por grandes compañías para capacitar a sus empleados.


Durante el entrenamiento, el instructor obligó al suicida a admitir frente a sus colegas que sufría de disfluencia y le pidió mostrar sus “puntos débiles”.

El joven dejó escrito que quedó devastado cuando se descubrió no solo que sufría de disfluencia sino que además había sido víctima de ijime en el pasado.


Los padres presentaron una demanda contra Zeria Pharmaceutical, Business Grand Works y el instructor, exigiendo una compensación de 105 millones de yenes (921.000 dólares).

El padre afirmó que probablemente los acusados dirán que su hijo era débil. Sin embargo, aseguró que su vástago era una persona extrovertida.

Con su demanda, el hombre también busca lanzar una advertencia sobre los duros entrenamientos como el que padeció su hijo.

¿Qué respondieron los demandados?

Zeria Pharmaceutical dijo que no pueden decir nada porque están en juicio y Business Grand Works que “no hubo ningún problema” con el entrenamiento.

El instructor ni siquiera respondió. Peor aún, creó su propia empresa de capacitación. En su sitio web llegó a colgar un video en el que aparecían sus “alumnos” gritando. Cuando el caso del suicidio llegó a los medios, borró el video.

El líder de una organización sin fines de lucro denuncia que este tipo de entrenamientos niegan la integridad de los empleados como seres humanos y destruyen su autoestima, y que han aumentado en los últimos 10 años.

El objetivo de estos entrenamientos es que los nuevos empleados se adapten a un entorno hostil para que no renuncien cuando en el trabajo enfrenten condiciones terribles, dice.

Por su parte, Asao Naito, profesor asociado de sociología clínica de la Universidad de Meiji, declara a Asahi que este tipo de entrenamientos son un lavado de cerebro. Los emplados son doblegados mentalmente para someterlos a la voluntad del grupo.

A los empleados se les prohíbe dormir, usar sus teléfonos y abandonar el lugar de entrenamiento, advierte. Además, se les dice que si no pueden superar la dureza de la capacitación, entonces no podrán trabajar en ninguna parte. Se les hace sentir que si renuncian no valen nada. (International Press)

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