El presidente de EE.UU., Donald Trump, cerró hoy la puerta a más avances en el proceso de normalización con Cuba y aumentó la incertidumbre para las empresas y viajeros estadounidenses interesados en la isla, con el fin de lograr réditos políticos entre la comunidad anticastrista en Florida y el Congreso.
Trump retomó la retórica hostil de la Guerra Fría y respaldó el embargo a Cuba en un discurso beligerante y a ratos contradictorio, en el que retó al Gobierno de Raúl Castro a negociar con él «un acuerdo mejor» al tiempo que prometía no ahondar en la normalización si no había avances democráticos en la isla.
«Por ahora, Trump ha cerrado la puerta a una mayor normalización de relaciones con Cuba. El proceso iniciado bajo Obama no seguirá adelante», dijo a Efe el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Michael Shifter.
Aunque Trump no cortó las relaciones diplomáticas con Cuba ni restringió las remesas a la isla, sí ordenó un retroceso parcial a las medidas de Obama que puede impactar a los viajes y los negocios estadounidenses a la isla.
El cambio más significativo para el proceso de deshielo bilateral está en la decisión de Trump de condicionar su voluntad de negociar con Cuba a que la isla dé «pasos concretos» hacia la celebración de «elecciones libres» y la liberación de «presos políticos».
«Cuba nunca va a acceder a cambiar su sistema político o económico en respuesta a las demandas de Estados Unidos, y jamás negociará sobre esos asuntos», subrayó a Efe un experto en la isla en la American University, William LeoGrande.
Por ese motivo, al negarse a dialogar en serio si no hay cambios políticos en la isla, Trump está en efecto «deteniendo el impulso hacia una normalización completa» de relaciones, explicó Shifter, y apostándolo todo a una hipotética transición a la democracia una vez que Raúl Castro abandone el poder en febrero de 2018.
Para Cuba, no puede haber normalización completa de relaciones sin el levantamiento del embargo impuesto a la isla hace más de medio siglo, y Obama, consciente de ello, lo relajó parcialmente y solicitó sin éxito al Congreso que acabara con él.
El giro de Trump, que ha decidido apoyar el embargo y defenderlo de la abrumadora condena internacional que recibe cada año en la ONU, le alinea con la línea anticastrista más dura en el Congreso y dificulta «cualquier acercamiento» con los cubanos, opinó Robert Muse, un experto en la legislación estadounidense hacia Cuba.
No se espera que EE.UU. corte su cooperación con Cuba en temas de interés común, como la salud o el medioambiente, pero no está claro qué ocurrirá con los procesos regulares de diálogo bilateral sobre muchas de esas materias, incluido uno sobre derechos humanos que apenas prosperó bajo Obama y tiene aún peores visos con Trump.
La decisión de Trump de prohibir las transacciones con el Ejército o los servicios de inteligencia y seguridad de Cuba «podría crear verdaderos problemas para los negocios estadounidenses», según Muse, porque se trata de un «veto muy amplio».
Aunque hay excepciones a la prohibición, entre ellas para los cruceros y las aerolíneas que viajan a Cuba, el veto sí se aplica «a la industria de viajes estadounidense, que va a tener muchas dificultades para encontrar hoteles» y otros contratos en la isla, donde el Ejército controla dos tercios del comercio minorista.
La nueva política prohíbe los viajes individuales a Cuba para abrir contactos con el pueblo cubano, y aunque esos viajes podrán seguir haciéndose en grupo, las empresas que los organizan tendrán dificultades para alojar a tantos viajeros sin violar la ley.
«Casi todos los hoteles en La Habana tienen una vinculación con el Ejército, y un grupo de 25 personas no puede alojarse mediante Airbnb (que no está afectada por los cambios)», explicó Muse a Efe.
Los interesados en viajar a Cuba también pueden echarse para atrás ante la amenaza de que el Departamento del Tesoro les someta a una auditoría para comprobar si están violando la prohibición recién impuesta a los negocios con el Ejército cubano.
«La perspectiva de ser auditado y multado tendrá definitivamente un efecto disuasorio en los viajes, dado que muchas tiendas están controladas por el Ejército. Un viajero que compre agua podría estar violando sin saberlo las sanciones», apuntó LeoGrande.
Según Christopher Sabatini, un experto en Cuba en la Universidad de Columbia, la única motivación de Trump para hacer estos cambios es «política»: el cumplimiento de una promesa electoral que hizo en Florida y que dos legisladores republicanos, Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, le han presionado para cumplir.
«Está bajo mucho estrés político ahora mismo, y esto era un gesto fácil para defender que había cumplido una promesa electoral», dijo Sabatini a Efe.EFE
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