15 filipinos están demandando al operador de una escuela de idioma japonés en Kioto en la que estudiaban por forzarlos a trabajar ilegalmente largas horas, informó Asahi Shimbun.
Mientras más horas trabajaban, menos horas de clases recibían, sostienen.
Al principio, los filipinos tenían cuatro horas de clases de japonés diarias casi todos los días. Después, las horas de clase se fueron acortando poco a poco al extremo de que en enero y marzo solo tuvieron cuatro días de clases al mes.
La demanda fue presentada en el Tribunal de Distrito de Kioto. Los filipinos exigen una compensación por el sufrimiento infligido, así como el reembolso de los gastos de matrícula.
Uno de ellos, un hombre de 34 años, dice que ha llegado a trabajar más de 28 horas a la semana, lo máximo que por ley los estudiantes extranjeros pueden trabajar.
Al hombre, que vivía en una casa con otros 14 estudiantes, le descontaban 32.000 yenes (288 dólares) al mes en alquiler, y le quedaba muy poco dinero. Para alimentarse conseguía comida gratis que proporcionaba una iglesia cristiana.
El hombre dice que se matriculó en la escuela en octubre de 2016 con la idea de que al aprender japonés podría conseguir un mejor trabajo y dar una mejor educación a sus hijos de uno y seis años.
El filipino asegura que le explicaron que pagando 300.000 yenes (2.700 dólares) por tres meses de clases, podría ganar dinero para sus gastos de manutención y pagar futuras clases trabajando a medio tiempo.
El hombre dice que ignoraba que había superado el número de horas que como máximo podía trabajar.
El filipino trabajaba en un hotel durante el día y en una fábrica de alimentos en la noche. Los dos empleos los consiguió a través de la empresa que gestiona la escuela.
El operador de la escuela se ha abstenido de pronunciarse alegando que no ha recibido aún la demanda.
Esta práctica no es inusual. Yuriko Sato, profesora del Instituto Tecnológico de Tokio, explica que algunas compañías que operan escuelas de idioma japonés también tienen agencias de empleo, así que sus estudiantes se convierten en mano de obra disponible.
Sato subraya en entrevista a Asahi la necesidad de que exista un sistema que asegure la calidad de la educación para proteger la reputación de Japón como un destino para estudiar.
El año pasado, hubo arrestos en escuelas de las prefecturas de Fukuoka y Tochigi por permitir que estudiantes extranjeros trabajaran más de 28 horas semanales.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Justicia nipón correspondientes a febrero, en Japón hay 605 escuelas de idioma japonés, un 30 % más que hace cinco años.
Alrededor de 68.000 estudiantes extranjeros asistieron a estas escuelas en el año fiscal 2016. (International Press)
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