Kentaro Yoshifuji fue un niño hikikomori durante tres años y medio. A él nadie ha tenido que contarle cuán duro puede ser sentirse solo. Por eso, cuando estudiaba en la universidad, desarrolló un robot para mitigar la soledad humana.
El inventor de 29 años es el creador de un robot llamado OriHime que puede ser controlado desde lejos a través de un smartphone o una computadora.
El robot de apenas veinte centímetros puede ser útil para las personas enfermas que no pueden ver a sus seres queridos, revela Yomiuri Shimbun.
Una de sus usuarias es una mujer que desde un hospital controla al pequeño robot, que está con su pequeño hijo en casa.
La mamá mueve a OriHime y lo hace conversar con su hijo, al que ve a través de la pantalla de su smartphone. “Es como si mi mamá de verdad estuviera en casa”, dice el niño.
Yoshifuji explica que el robot es «un alter ego para cualquier persona que no puede ir a donde desea. Es tu segundo cuerpo”, en el que otros pueden reconocerte.
El inventor dice que lo impulsa la idea de ayudar a quienes sufren de soledad (como los ancianos, por ejemplo) y «transmitir la existencia de uno a los demás y ofrecer una experiencia compartida».
«Participar en sociedad es esencial para aliviar la soledad”, declara a Yomiuri.
Yoshifuji alquila OriHime desde julio del año pasado y dice que aspira a crear un nuevo tipo de robot que pueda moverse por su cuenta. (International Press)
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