Decir que Donald Trump genera controversia es quedarse corto. Causa rechazo, incluso repulsión. Sin embargo, es el presidente de Estados Unidos y relacionarse con él e intentar llegar a acuerdos parece inevitable para un jefe de Estado. Hay que ser realistas. En esencia, eso es lo que dice el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, cuando critican su cercanía con Trump.
«No tenemos otra opción que construir una estrecha relación con Trump y mostrarlo al mundo», dijo Abe en declaraciones recogidas por Asahi Shimbun.
Abe, que jugó golf con Trump, dijo que será un puente entre el presidente de Estados Unidos y otros líderes mundiales que han expresado su preocupación por el inquilino de la Casa Blanca.
El mandatario nipón dijo que su país puede desempeñar “un rol para no permitir que el mundo se divida”.
Abe asistió a la Dieta, donde enfrentó los dardos de la oposición, encarnada, esta vez, en la figura de Seiji Maehara, excanciller de Japón.
«Trump es un líder que divide a la sociedad”, advirtió Maehara, quien preguntó si Abe era consciente de que acercarse “a un presidente con tantos opositores podría llevar a la comunidad global a mirar con severidad a los japoneses».
El excanciller hizo hincapié en los riesgos de dar prioridad a unas estrechas relaciones con Trump, duramente criticado por medidas como prohibir la entrada a personas de siete países de mayoría musulmana.
Abe defendió la independencia de Japón con respecto a Estados Unidos, y puso como ejemplo que en 2013, el entonces presidente Barack Obama solicitó el apoyo de Japón a los ataques aéreos a Siria.
El primer ministro dijo que exigió pruebas de que el ejército sirio había utilizado armas químicas contra las fuerzas rebeldes en la guerra civil, algo que finalmente EEUU hizo.
Por otro lado, Abe también reiteró que Japón no proporcionará apoyo logístico en una campaña militar contra el Estado Islámico.
Sin embargo, evadió referise a la posibilidad de que Trump traslade la embajada de su país en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, una medida que podría avivar la violencia en el Medio Oriente. La comunidad internacional no reconoce a Jerusalén como la capital israelí.
La indefinición de Abe sobre el tema motivó a Maehara a criticarlo por no oponerse con firmeza a la idea.
«Yo le habría dicho al presidente (Trump) ‘por supuesto que no’, porque (trasladar la embajada a Jerusalén) podría llevar a otra gran guerra en el Medio Oriente», dijo Maehara, que dedicó una dura analogía a Abe: «El primer ministro no puede evitar ser descrito como una gallina que sigue cualquier cosa que diga un animal feroz». (International Press)
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