El presidente de Rusia, Vladímir Putin, inicia el jueves una visita a Japón, clave para impulsar unas relaciones bilaterales lastradas por la ausencia de un tratado de paz entre los dos países tras la Segunda Guerra Mundial y las reclamaciones territoriales de Tokio sobre las islas Kuriles.
El jefe del Kremlin viaja al país del sol naciente acompañado de altos cargos del Gobierno y de una nutrida delegación empresarial, que darán cuerpo a una visita con marcados intereses económico-comerciales, en la que se espera la firma de una decena de de acuerdos intergubernamentales.
Sin embargo, la guinda del pastel podría ser el anuncio sobre el comienzo de actividades económicas conjuntas ruso-japonesas en las cuatro Kuriles meridionales, islas que quedaron bajo soberanía soviética después de Segunda Guerra Mundial y cuya devolución reclama Japón.
«Este es un tema que se ha debatido al nivel de líderes y de la Comisión Intergubernamental. Se habla de ello. Veremos cuál es el resultado de la conversaciones», dijo Yuri Ushakov, asesor de Putin en política internacional.
Agregó que, además de los acuerdos intergubernamentales, en presencia de Putin y del primer ministro japonés, Shinzo Abe, se suscribirán «entre 12 y 15 importantísimos documentos comerciales», de los cuales no adelantó detalles.
Entre los directivos de las grandes empresas rusas que acompañarán a Putin en su visita de dos días a Japón se encuentran los presidentes de Rosneft (la mayor petrolera rusa), Ígor Sechin, y de Gazprom (el gigante ruso del gas), Alexéi Miller.
En cuanto al tratado de paz entre ambos países, Rusia considera que su ausencia es un anacronismo que hay que superar, pero según Ushakov en el asunto de su firma «no hay que estimular artificialmente grandes expectativas».
«Nos pronunciamos por crear en las sociedades rusa y japonesa una atmósfera tranquila en torno al debate sobre un asunto tan delicado», agregó.
Ushakov recalcó que Rusia «no está no sólo dispuesta, sino también interesada en el arreglo de este antiguo problema», pero subrayó que Moscú quiere hallar una solución que responda a los intereses estratégicos de ambos países y sea aceptado por sus pueblos.
En 1956, la Unión Soviética y Japón suscribieron una declaración por la que reanudaron relaciones diplomáticas y establecieron las normas que las partes debían cumplir para la firma del tratado de paz.
El texto de la declaración, recordó Putin en una entrevista a medios nipones en vísperas de su visita a Japón, señala que, primero, se firma el tratado de paz y, luego se entregan a Japón Habomai y Shikotan, dos de las cuatro islas Kuriles.
«Pero no dice en qué condiciones se entregan, bajo que soberanía quedan», recalcó el presidente ruso, que destacó que la declaración no solo fue firmada, sino ratificada por los parlamentos de ambos países.
Al poco tiempo, Japón y la Unión Soviética renunciaron, por distintos motivos, al cumplimiento de la declaración y, no fue hasta el año 2000 cuando Moscú y Tokio volvieron a hablar de posibilidad de firmar un tratado de paz.
El presidente ruso indicó a los medios japoneses que Tokio habla ahora de la entrega de las cuatro islas Kuriles – los «territorios de norte», como los denominan en Japón, lo que «excede los marcos» de la declaración de 1956.
«En nuestra opinión, circunscribir toda la visita a un solo tema (la firma del tratado de paz) no es correcto y, seguramente, podría influir negativamente en el proceso de solución de un asunto central», advirtió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Expertos y medios rusos coinciden en que para Putin la soberanía rusa sobre las Kuriles es algo intocable y que cualquier concesión en este ámbito hundiría su popularidad en el país. (EFE)
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