En 20 o 30 años, Japón ya no produciría Premios Nobel, como es habitual ahora. No habría más Yoshinori Ohsumi, Premio Nobel de Fisiología y Medicina por descubrir los mecanismos de la autofagia.
¿Por qué? El presupuesto del gobierno de Japón para apoyar la ciencia básica se está reduciendo, revela Mainichi Shimbun.
No siempre resulta claro cómo la ciencia básica podrá ser utilizada en el futuro, pero gracias a ella la investigación aplicada en el desarrollo de productos y otras áreas puede existir, explica el diario nipón.
El sábado Ohsumi advirtió: «Si solo la productividad va a ser valorada, entonces la ciencia básica no va a crecer».
Takaaki Kajita ganó el Premio Nobel de Física en 2015 por el descubrimiento de las oscilaciones de neutrinos, logro que pertenece a la esfera de la ciencia básica.
Las advertencias no son nuevas. Cada vez que un japonés gana un Premio Nobel, las voces de preocupación por la investigación científica en Japón se escuchan con más fuerza. La situación, sin embargo, está empeorando.
La causa principal es la reducción de las subvenciones que el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología otorga a las universidades nacionales.
Los fondos estatales son una fuente estable de ingresos para las universidades. No obstante, en los 12 años desde que las universidades nacionales se convirtieron en corporaciones universitarias, las subvenciones se han reducido en un 12 % (147.000 millones de yenes / 1.309 millones de dólares), a cerca de 1,1 billones de yenes (9.800 millones de dólares) en el año fiscal 2016.
Más cifras: durante una conferencia de prensa convocada por un consejo de decanos de las facultades de ciencias de universidades nacionales se hizo público que los recursos para investigaciones individuales asignados a siete universidades cayeron de más de un millón de yenes (8.900 dólares) a entre 100.000 y 500.000 yenes (890 / 4.450 dólares) por investigador.
Por citar un caso, Hiroo Fukuda, investigador de la Universidad de Tokio, explicó que los gastos de electricidad por albergar a animales que son parte de su investigación son altos. Si a ello se le suman los gastos de oficina (teléfono, por ejemplo), casi no le queda dinero. ¿Qué le queda? Buscar recursos por otros medios.
El recorte de las subvenciones también afecta la contratación de investigadores jóvenes.
El gobierno de Japón ofrece fondos para investigaciones individuales. Este año fiscal, más de 100.000 personas, una cifra récord, presentó una solicitud para acogerse a la ayuda (lo que pone en evidencia cuán necesarios son los recursos). Solo el 26,4 % de proyectos fue aceptado. La proporción cayó por quinto año consecutivo.
¿Qué dice el gobierno? El Ministerio de Finanzas aseguró que la proporción del gasto público en ciencia y tecnología en comparación con el PIB no es inferior a la de otros grandes países.
Las universidades dependen cada vez más de la financiación externa de las empresas y otras organizaciones. Sin embargo, en muchos casos se trata de apoyos a corto plazo, dificultando los proyectos de largo plazo fundamentales en una investigación científica.
Kiyoshi Yamamoto, profesor de la Universidad de Tokio, explicó en declaraciones a Mainichi que al recortarse los presupuestos no solo está disminuyendo el número de investigadores, sino que incluso algunas universidades están reduciendo sus suscripciones a revistas científicas.
“El entorno de investigación sólo está empeorando», advirtió. Que lo escuchen las autoridades que cada vez que un científico japonés gana un Premio Nobel dicen que es un orgullo para Japón y cosas así. Sin recursos no serían posibles sus grandes logros. (International Press)
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