Su padre murió en los atentados terroristas en Nueva York
Taichi Sugiyama tenía 3 años cuando los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York se cobraron la vida de alrededor de 3.000 personas, entre ellas su padre.
El hoy estudiante de derecho en la Universidad de Kioto pudo seguir el camino del odio, pero ha elegido centrar sus esfuerzos en la construcción de un mundo mejor. El odio solo conduce a más odio y perpetúa el sufrimiento. Taichi quiere poner fin a ese perverso ciclo.
«La resistencia más eficaz contra el terrorismo es continuar viviendo nuestra vida cotidiana», dice en declaraciones que recoge Asahi Shimbun.
El joven de 18 años cree que el estudio del derecho internacional lo ayudará en su empeño por resolver los conflictos mundiales. Además, está estudiando la historia de la filosofía islámica y el árabe. Su objetivo a largo plazo es leer el Corán en el texto original.
Como parte de su misión de mejorar el mundo, quiere ayudar a los niños en el Medio Oriente que han perdido a sus seres queridos en la ola de enfrentamientos que socava a la región.
Ya han transcurrido 15 años… Taichi recuerda a su mamá llorando y gritando mientras veía por televisión las imágenes de las torres gemelas derrumbándose en medio de una nube de polvo.
El estudiante, sin tener plena conciencia de lo que pasaba, intuía que algo muy malo había ocurrido. Sin embargo, tenía la esperanza de que su padre, entonces un hombre de 34 años que trabajaba en la banca, entraría por la puerta de su casa en cualquier momento.
Tres meses después de los ataques, Taichi descubrió la dolorosa verdad a través de su madre.
«Tu padre no va a volver a casa. Se ha convertido en una estrella en el cielo donde continuará cuidando de nosotros».
El niño escribía cartas a su padre y los dejaba en el alféizar de la ventana para que él las leyera.
Un año después del 9/11, toda la familia (Taichi, su mamá y sus dos hermanos menores) retornaron a Japón.
Taichi nunca habló con sus compañeros de kínder y de primaria sobre la muerte de su padre. No quería que sintieran pena por él.
Todo cambió en 2011, cuando se cumplieron diez años de los atentados y estudiaba en segundo año de secundaria. Taichi fue elegido como uno de los representantes de los deudos para leer los nombres de las víctimas.
El joven recuerda que al leer los nombres en la zona de cero una voz interior le decía “no más peleas o dolor”.
Esas palabras resuenan hasta ahora y apuntalan su misión.
«Padre, gracias por todo lo que hiciste por nosotros. Por favor, apóyanos y mira con nosotros cómo el mundo se convierte en uno llena de la luz de la esperanza», concluyó su intervención aquella vez. Fue muy aplaudido.
Al año siguiente, Taichi participó en un concurso de oratoria en inglés para estudiantes de secundaria. Habló sobre el 11 de septiembre. En su segundo año de preparatoria, participó nuevamente en un acto en homenaje a las víctimas.
Sin duda, su padre estaría muy orgulloso de él. (International Press)
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