Una visita a la ciudad japonesa del presidente de EEUU generaría controversia en su país
Si, finalmente, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, decide visitar Hiroshima en su próximo viaje a Japón, los japoneses lo recibirán con beneplácito.
Sin embargo, en Estados Unidos seguramente ocurrirá lo contrario. Una visita de Obama a Hiroshima podría interpretarse como el equivalente a un pedido de perdón por la bomba atómica que EEUU lanzó sobre la ciudad japonesa el 6 de agosto de 1945. La mayoría de estadounidenses considera que los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki fueron necesarios para forzar a Japón a rendirse.
Los japoneses, no obstante, no están buscando que Obama se disculpe, sino que su histórica visita contribuya a la extinción de las armas nucleares en el mundo, según supervivientes de la bomba.
«Si el presidente (Obama) llega a ver lo que realmente ha pasado aquí y si eso constituye un paso hacia la abolición de las armas nucleares en el futuro, entonces creo que no deberíamos exigir una disculpa», dijo Takeshi Masuda, un exmaestro de 91 años en declaraciones a Reuters.
«Ha sido muy difícil para aquellos que perdieron a sus familiares. Pero si exigimos una disculpa, eso haría imposible que él viniera», admitió.
La madre de Masuda murió unas pocas semanas después del ataque atómico. En las escuelas donde él enseñó después de la II Guerra Mundial, recuerda que algunos estudiantes habían perdido a sus padres y otros tenían graves quemaduras.
Por su parte, Miki Tsukishita (75) recuerda haber visto en la mañana del 6 de agosto de 1945 que algo brillante caía del cielo. El entonces niño regresó a su casa gritando “¡el sol se está cayendo!». Eso fue providencial, pues lo protegió de la exposición directa a la explosión, el calor y la radiación.
Tsukishita fue una de las personas que colocaron un anuncio en el Washington Post en 1983 para pedirle al entonces presidente Ronald Reagan que visitara Hiroshima.
El anciano quiere que Obama utilice su influencia para persuadir a los líderes de otros países que poseen armas nucleares de que también visiten Hiroshima y, de esa manera, conozcan de primera mano la inhumanidad de las armas atómicas.
«Lo que realmente importa es que la tragedia no se repita. Yo deseo que les diga a otros estados nucleares ‘yo he visitado Hiroshima, así que tú también deberías’”.
Hiroshi Harada, exjefe del museo de la bomba atómica, tenía seis años cuando cayó la bomba. Recuerda haber visto a gente carbonizada, con la piel derretida o sus extremidades desprendiéndose.
Harada tiene la esperanza de que la visita de Obama conduzca a un siguiente gran paso: la abolición de las armas nucleares.
Nunca un presidente de Estados Unidos ha visitado Hiroshima. (International Press)
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