Una vez pidió que Corea del Sur pague a EEUU por defenderla de Corea del Norte
¿Qué significaría para Asia que el racista, misógino y xenófobo Donald Trump fuera presidente de Estados Unidos? En un artículo publicado en el diario Nikkei, el investigador del Instituto Hudson, John Lee, esboza lo que sería la política exterior del republicano a partir de sus declaraciones.
En el año 2000, Trump dijo que EE. UU. no debería derramar su sangre o gastar recursos en el extranjero si sus aliados y socios no están dispuestos a hacer lo mismo. «Retirarnos de Europa ahorraría al país millones de dólares anuales. El costo de mantener tropas de la OTAN es enorme. Y estos son claramente fondos que pueden tener un mejor uso», declaró entonces.
En 2013, dijo: “¿Cuánto tiempo más vamos a defender a Corea del Sur de Corea del Norte sin un pago? ¿Cuándo van a empezar a pagarnos?».
De acuerdo con Trump, EE. UU. debe obligar a China a tomar la iniciativa para resolver el problema de Corea del Norte. Y si China se niega, entonces debe recibir sanciones comerciales.
El precandidato republicano no está solo en esto. Hay voces que consideran que Estados Unidos ya no puede permitirse ayudar militarmente a sus aliados. Si Estados Unidos se retira o minimiza su presencia militar en Asia, no habría contrapeso para China. El presupuesto de Defensa chino triplica al de Japón.
Lee considera que este escenario pondría en riesgo el acceso abierto a las vías marítimas y su estabilidad en el continente, especialmente si el Asia Oriental queda bajo dominio marítimo chino. Sin embargo, Trump deberá tener en cuenta que casi todo el comercio entre EE. UU. y Asia estimado en alrededor de 1,5 billones de dólares cada año se realiza por vía marítima.
Si Trump exigiera a sus aliados en Asia el pago por adelantado por garantizar la seguridad en sus territorios, posiblemente generaría un clima de confrontación que haría difícil la presencia de instalaciones militares y soldados estadounidenses en Asia.
Además, sus ataques contra los musulmanes minaría la posición de Estados Unidos en países de mayoría musulmana como Indonesia y Malasia.
Trump no es el único en criticar a China por presuntas violaciones de las normas comerciales y actos mercantilistas: manipulación de la moneda, subsidios ocultos a empresas de propiedad del Estado y barreras regulatorias que discriminan a las empresas extranjeras. Sin embargo, es el único que propone gravar a China por “cada acto malo» y, en general, imponerle sanciones si no se alinea.
Si llega a la Casa Blanca, dice Lee, Trump tendría que dar un paso atrás en sus enfoques simplistas e incendiarios, pues serían contraproducentes. Las sanciones económicas tienden a acarrear amplias consecuencias involuntarias que terminan perjudicando a las empresas y consumidores estadounidenses, así como a sus socios comerciales. El Asia Oriental es una zona de producción profundamente integrada, lo que significa que sería imposible evitar daños colaterales si se imponen sanciones económicas a un país.
Por último, Trump se contradice, pues promete ampliar la influencia económica de Estados Unidos y ser severo en Asia para lograr los objetivos de Washington. Sin embargo, al mismo tiempo, quiere retroceder en el continente asiático y forzar a sus estados a asumir los costes de la seguridad. (International Press)
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