Indulgencia del tribunal indigna al público
Agosto de 2015, Nagoya. 10 de la noche. Miyuki Muto (47), presidenta de una empresa mayorista de pescado, reprende a Haruhiko Masumoto (23), uno de sus empleados, por su actitud en el trabajo.
Matsumoto no exterioriza ninguna muestra de arrepentimiento a ojos de su jefa, y esta, cada vez más furiosa, pasa de las palabras a la violencia física. Al chico le llueven patadas en el estómago y golpes en la cabeza. Con ellos está el hijo de la mujer, un joven de 22 años.
Al día siguiente, alrededor de las 3 a. m., Matsumoto, inconsciente y sin respirar, yace en el asiento trasero de un coche en un aparcamiento cerca de la compañía donde trabajaba.
La víctima es llevada a un hospital, pero tres horas después se declara su muerte tras una hemorragia interna.
Jefa y subordinado habían tenido antes problemas por asuntos de dinero.
En el tribunal, Muto admitió todos los cargos contra ella. Sin embargo, logró llegar a un acuerdo extrajudicial con la familia de la víctima.
Los abogados de la mujer pidieron indulgencia para su clienta pues esta tenía remordimientos y –dicen– había hecho todo lo posible para salvar la vida de Matsumoto después de descubrir que estaba inconsciente.
El tribunal se hizo eco del pedido de la defensa y decidió sentenciarla a la pena mínima de tres años de prisión suspendida, que no cumplirá si completa cinco años de libertad condicional.
En resumidas cuentas, la mujer se ha salvado de la cárcel. La leve condena ha causado una oleada de críticas en las redes sociales y que recoge el sitio RocketNews24. Algunos incluso insinúan que es sexista:
“Si un hombre golpea a una mujer hasta matarla, ¿solo le darían libertad condicional?”, pregunta uno. “¿Qué pasaría si un jefe (hombre) de 48 años agrediera y asesinara a su empleada (mujer) de 23 años?”, cuestiona otro. (International Press)
Tiene la mano pesada la señora