Revista japonesa intenta responder a la pregunta
Angela Merkel, canciller de Alemania. Dilma Rousseff, presidenta de Brasil. Park Geun-hye, presidenta de Corea del Sur. Tsai Ing-wen, presidenta electa de Taiwán. Hillary Clinton, precandidata a la presidencia de Estados Unidos. Michelle Bachelet, presidenta de Chile. ¿Y Japón?
¿Por qué Japón está fallando lamentablemente en producir mujeres líderes?, se pregunta la revista Shukan Post, en un artículo que recoge Japan Today.
Sí, ha habido y hay ministras en el gobierno de Japón, pero no alcanzan la altura de las mencionadas. Incluso algunas, como Yuko Obuchi, ex ministra de Economía que dejó su cargo por un escándalo de fondos en 2014, perjudicaron la causa del empoderamiento de la mujer.
Ahora bien, el Ministerio de Comunicaciones de Japón y el Consejo de Investigación de Políticas del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) están liderados por mujeres: Sanae Takaichi y Tomomi Inada.
Sin embargo, la analista Ryoko Ozawa sostiene que su ascenso –y en general el de las mujeres que se dedican a la política en Japón– se debe a su “adulación” a los políticos hombres.
Ozawa establece una excepción: la ex ministra de Asuntos del Consumidor, Seiko Noda. No es servil y tiene sus propias ideas, dice. Noda es legisladora del PLD y aspira a ser la primera mujer en asumir el cargo de primer ministro de Japón.
¿Por qué Japón aparentemente es tan inmune a las corrientes de empoderamiento femenino mundial?, se pregunta la revista japonesa. ¿Por el implacable establishment machista? ¿Porque las mujeres son demasiado inseguras para desafiar a los hombres? ¿Una combinación de ambas? ¿Ninguna de las anteriores?
El analista político Hiroshi Asakawa explica que parte del problema radica en la estructura de gobierno en Japón. Para ascender en él, necesitas formar tu propia facción con seguidores, y para atraerlos debes ser un hábil recaudador de fondos, un aspecto de la política a la que las mujeres no parecen muy inclinadas, dice.
Eso es bueno en el sentido de que las mujeres evitan inmiscuirse en asuntos turbios. Lo malo es que las debilita políticamente. ¿Eso significa entonces que para ascender deben ensuciarse las manos?
En el futuro inmediato no parece que las cosas vayan a cambiar.
Hay mucho machismo, sí, pero Ozawa desliza una crítica: “Entre las mujeres que conozco casi no se habla de política. Por otro lado, es la mujer, después de todo, la que tiene y cría a los hijos. ¿Cómo pueden ellas no participar en política?». (International Press)
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