Empresas sacrifican la seguridad para reducir costos
El trágico accidente en Nagano que dejó como saldo 14 muertos el viernes pasado ha puesto al descubierto las duras condiciones de trabajo de los choferes de autobuses en la industria turística.
Por otro lado, rebajar los estándares de seguridad para reducir costos parece ser una manera de sacar ventaja a los rivales en el afán por atraer clientes, revela Mainichi Shimbun.
El autobús que se estrelló el viernes 15 a las 2 de la mañana partió de Tokio el 14 de enero a las 11:00 de la noche y estaba programado para llegar a una estación de esquí en Nagano a las 7:30 a. m. del viernes.
De ahí, ambos conductores tendrían permiso para dormir hasta las 3:30 p. m. A esa hora partirían de vuelta a Tokio con nuevos pasajeros y llegarían a su destino a las 9: 30 p. m.
En total, 22,5 horas de viaje y 14,5 horas de conducción entre dos choferes.
Un antiguo chofer de un autobús turístico declaró a Mainichi que solo podían tomar siestas, y en habitaciones que parecían almacenes. No dormían bien y tenían que volver a conducir sin haber descansado lo suficiente.
Por su parte, un ejecutivo de una compañía de autobuses dijo que los caminos de montaña en invierno son peligrosos.
Desde el año 2000, las regulaciones con respecto a las operaciones de autobuses fletados se han relajado, impulsado la incorporación de nuevas empresas al mercado. Sin embargo, entre 1993 y 2004, la población que practica el esquí y el snowboard en Japón se ha reducido en un 40 %.
Así las cosas, con más competidores y menos clientes, se ha desatado una lucha para abaratar precios reduciendo costos. Y la seguridad cuesta.
Un ejecutivo de una compañía de autobuses en Saitama lo explicó: «La seguridad cuesta dinero. Creo que los recortes de costos llevaron a sacrificios de seguridad (en la empresa cuyo autobús se estrelló)».
Otro problema: el envejecimiento de los conductores de autobús. «El trabajo es peligroso, los días de descanso son variables y la paga es baja. No es de extrañar que los jóvenes no tomen el trabajo», manifestó un empleado de una compañía de autobuses.
Además, «los conductores de edad avanzada no pueden cambiar de trabajo y tienen que aceptar los bajos salarios, motivo por el cual son empleados que les convienen a las compañías de autobuses».
Los conductores del autobús siniestrado no eran precisamente jóvenes: tenían 65 y 57 años, y ninguno había pasado por un chequeo de salud. (International Press)
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